Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tomás Trénor Azcárraga

El alcalde que se enfrentó a Franco por la riada

El también militar e ingeniero denunció la falta de ayudas y la corrupción del régimen franquista, pues fondos habilitados para reparar daños desaparecieron y nunca llegaron

El alcalde que se enfrentó a Franco por la riada

Rayando la mitad de la noche entre el domingo 13 y el lunes 14 de octubre de 1957, el cauce del río Turia pasaba "de gom a gom" por la ciudad de Valencia. A las 4.15 de la madrugada llegó la primera cresta de agua violenta, 2.700 metros cúbicos de agua por segundo. Las aguas desbordaron y reventaron los pretiles. A las 13.15 horas, llegó la segunda gran avalancha, 3.700 metros cúbicos por segundo. Las primeras 24 horas fueron terribles.

Todo lo que estaba a los márgenes quedó arrollado por las aguas. El casco urbano y los campos colindantes resultaron anegados de agua y barro. Se salvó, cual isla, la zona de las plazas Virgen y Reina. La lámina de agua llegó por este lado hasta la plaza del Ayuntamiento. Se quedó en la frontera con Russafa. Llenó l´Eixample. El nivel del agua varió por zonas, 2,25 en plaza Tetuán y 4 en el barrio del Carmen, aquí varias casas se derrumbaron por el ímpetu de las aguas y el mal estado de sus estructuras. Los 3 precisamente en la Casa de les Roques, hoy Museo del Corpus. Por la parte contraria, en calle Dr. Oloriz, mucho más baja que el propio río, el agua se alzó hasta los 5 metros.

Las corrientes por dentro de la urbe buscaron las escrituras de los antiguos brazos del río de la época íbero-romana, su antiguo cauce natural. Los históricos puentes de piedra (Trinidad, Serranos, Mar, Real y San José) aguantaron el embate y salieron indemnes. El resto sufrieron importantes daños o desaparecieron, como el Pont de Fusta. Perjudicados quedaron en buena medida los pretiles.

Nadie se esperaba aquellas fuertes lluvias. Guardia Civil y alcaldes de pueblos arriba que vieron lo desbocado que bajaba el río avisaron a Valencia. Por radio se avisó a la población. Serenos y municipales iban por las zonas más cercanas al cauce alertando a la vecindad. Preocupaba a las autoridades sobre todo Nazaret, a cuyos vecinos se alojó en las iglesias de la zona, escuelas, colegios, Comandancia de Marina y cuartel de la Guardia Civil.

En Campanar, Marchalenes, Tendetes€ fueron grandes los daños materiales y graves los humanos. En sus iglesias se refugió mucha gente. En otras zonas limítrofes con el río ocurrió más de lo mismo. Los que pudieron salieron de la ciudad, hasta con carro. Soldados, marinos, municipales, guardias civiles, aviadores, guardas€ rescataron numerosas personas vivas y un buen número de muertos. Unas veinte mil personas tuvieron que abandonar su hogar. Y refugiarse en lugares más espaciosos o seguros como el Seminario de la calle Trinitarios.

Gran parte de la ciudad quedó sin luz, sin teléfono. Los pueblos no afectados por las tormentas se organizaron y comenzaron a mandar a Valencia sacos para hacer colchones con mazorcas y pan. Los servicios de emergencia judicial y policial, los bomberos, la casa de socorro,€ se instalaron en el Ayuntamiento. Quedó interrumpido el tráfico aéreo, el ferroviario, el de carreteras. Algunas emisoras militares, de la Guardia Civil y de radioaficionados fueron la manera de trasladar al exterior la situación y pedir ayuda. No había gasolina para movilizar los pocos vehículos que se salvaron.

Posteriormente, se tardó meses y meses en retirar el barro, en reparar lo averiado y destrozado, en volver a la normalidad. Varios reemplazos de soldados lo único que hicieron en su servicio militar fue quitar barro de las calles. La vecindad no se había recuperado aún del desastre de la guerra civil y le sobrevino la tragedia de la riada, que acrecentó su pena y su ruina.

Afortunadamente, la solidaridad nacional e internacional fue grande. Llegaron ayudas y auxilios para hacer frente al desastre en los primeros momentos, pero no la suficiente. El alcalde, Tomás Trénor Azcárraga, Marqués del Turia (1955-1958), se desvivió y tuvo un comportamiento heroico en aquellas aciagas fechas. Se cansó de pedir para Valencia, sobre todo al Gobierno, hasta el punto que Franco le criticó.

Le echó mucho valor Trénor, militar e ingeniero, al enfrentarse a Franco y su Gobierno, en defensa de las necesidades de una Valencia hundida en el drama y la tragedia. Sabía de sobra lo que necesitaba la ciudad tras el desastre y fue cesado de forma fulminante por el dictador por su actitud reivindicatoria y su queja por tanta burocracia e insensibilidad del Estado para con Valencia en un discurso que pronunció ante la propia Corporación municipal franquista de la época y en el que denunció la falta de ayudas y la corrupción del régimen, pues fondos habilitados para enviarlos a reparar los daños de la riada desaparecieron y nunca llegaron aquí.

Compartir el artículo

stats