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«El Raval es una especie de isla cultural, el único espacio privado más allá de València»

«La cultura es una inversión hecha desde lo público que revierte en el pueblo a través de la ampliación del imaginario colectivo»

«El Raval es una especie de isla cultural, el único espacio privado más allá de València»

En 2017 se conmemora el 30 aniversario del Teatre del Raval, una sala que LaCasaCalba dirige desde hace 4 años tras varias décadas de gestión de Pluja Teatre. ¿Qué supone ser el relevo generacional de aquella cultura?

Para nosotros es un honor. LaCasaCalba es un proyecto cultural renovador, que no rupturista. Es por ello que mantuvimos el nombre y la dinámica principal del teatro en relación con las campañas escolares y ampliamos el ámbito de acción al resto de disciplinas escénicas y otros usos para-culturales. Así, celebrar los 30 años del Raval es reconocer la defensa de la cultura de calidad, con especial nuestra cultura, alimentada y ligada a la Comunitat Valenciana y con una clara vocación de servicio público.

¿Qué han preparado para celebrar ese 30 aniversario?

Estamos celebrando esta efeméride con un continuo de actividades especiales que recuerdan a aquellos que, de una o otra manera, han contribuido a la supervivencia del Teatre del Raval, tanto en relación con las producciones y programaciones realizadas por Pluja Teatre, como por las estéticas incorporadas en la nueva etapa que son consecuencia de nuestra trayectoria. Así, algunos de los participantes fueron o serán: Alberto San Juan, Patrícia Pardo, Los Excéntricos, Pau Riba, entre otros. Todos ellos representantes de la primera división de la cultura viva actual.

¿Serán ustedes como Pluja y estarán 25 años más al frente del Raval?

Quién sabe... Preferimos vivir el momento que plantearnos este tipo de cosas. Si bien es cierto que por nosotros no será. Estamos demostrando día a día que es posible desarrollar un proyecto cultural independiente con pocos recursos y mucha creatividad. Somos una especie de isla cultural, el único espacio cultural escénico privado más allá de València capital. En todo caso, la pregunta planteada debería estar más bien dirigida al público y a las administraciones públicas, que son los agentes que tienen la clave para hacer viable el proyecto a largo plazo. Aun así, por ahora seguimos, si bien es cierto que más de una vez nos hemos planteado abandonar. Y es que, como todo sector, está lleno de tiburones y arenas movedizas que complican la supervivencia. Y además, las trayectorias largas son una quimera en España. Una suerte para unos pocos elegidos por el azar, los intereses económicos y los vaivenes del público.

Una de las vertientes del Raval siempre ha sido el ser sede del teatro escolar ¿En qué consiste la campaña?

Bueno, el teatro escolar es una herramienta educativa que democratiza el acceso a la cultura desde muy pequeños. Muchos niños que vienen al teatro no tienen acceso a él. Para nosotros, como lo era para los antiguos gestores, los escolares no son el público del futuro, son más bien el público del ahora. Con ello queremos transmitirles una nueva mirada al mundo, despertarles la curiosidad por cosas que no conocen o simplemente transportarles a lugares que nunca han visitado. Cabe resaltar que el Raval se presenta como una infraestructura cohesionadora a nivel territorial y descentralizadora a nivel cultural, puesto que trabajamos con un radio de acción de 60 kilómetros alrededor de Gandia, y lo hacemos desde una capital de comarca. Nuestra aportación se centra en la ampliación de las posibilidades escénicas. Ni que decir tiene que la mayoría de obras, que no todas, somos partidarios de la diversidad cultural, son en valenciano. En ese sentido, pensamos que es importante que el valenciano esté presente en el máximo de ámbitos lingüísticos posibles no solamente en el ámbito coloquial. Ah, y también tenemos una escuela, el Teatre Escola del Raval. En relación con los hábitos, la verdad es que éstos se consolidan con una estrategia multidimensional que incluye muchos otros aspectos que nosotros no están a nuestro alcance. Los estímulos a los que estamos sometidos son tantos y diversos que es complejo crear hábitos culturales en este ambiente, que se deforma, más si cabe, con el uso desmesurado de las nuevas tecnologías, cuyo efecto incide en el individualismo y consumismo que promueve el sistema capitalista.

Pero LaCasaCalba no es solo el Teatre del Raval. Explíquele a la opinión pública que ramas abarca más la productora. ¿A qué se dedican al margen de la sala gandiense?

Levamos ya más de una década ofreciendo alternativas culturales de proximidad, con proyectos singulares pensados desde la óptica de la sostenibilidad ambiental y la diversidad cultural, es por ello que no desarrollados proyectos a gran escala y desde siempre hemos dado voz a propuestas emergentes. Además, estas vertientes conceptuales también son aplicadas en la discográfica que tenemos. Fuimos los primeros en incorporar conceptos de eco-diseño. Durante estos años hemos publicado algunos de los discos más excitantes de la música valenciana. Fuimos los introductores del indie cantado en valenciano, publicando discos y ejerciendo de agencia de artistas como Senior i el Cor Brutal o Arthur Caravan. Ahora vamos a reeditar una joya de la música mediterránea, el primer disco de Remigi Palmero, Humitat relativa, del año 79, y lo vamos hacer a partir del máster original que estaba perdido y localizamos hace unos años.

La cultura en el ámbito privado solo se puede llevar a cabo con patrocinadores o subvenciones públicas. ¿por qué cree que ocurre esto?

Si lo supiera, ya lo habríamos aplicado y seríamos ricos. Bromas a parte. Nosotros, como buena parte del sector, no tenemos intereses mercantilistas. Aspiramos a vivir dignamente de nuestro trabajo. No podríamos subsistir haciendo lo que hacemos, cultura de base, desde la perspectiva del reparto de dividendos. La cultura es rentable, claro, pero socialmente. Es una inversión, no es una industria. Una inversión hecha desde lo público que revierte en el pueblo a través de la ampliación del imaginario colectivo y en en el propio sistema, a base de impuestos, pagados y recaudados a través de las entradas, y altas en la Seguridad Social. Somos más bien trabajadores de la cultura, que no empresarios de la cultura. Las principales fuentes de financiación son públicas, si bien con el desarrollo de la Ley de Mecenazgo se podrían combinar de una manera natural ambas opciones. Incluso sería más autónomo si hubiese suficiente masa crítica activa culturalmente. El pueblo, así en general, tiene otras preferencias, como consumir comida basura o ir al cine a ver una película sin sustancia. Esta tendencia es a escala mundial, con unos intereses imperialistas mucho más perseverantes e influyentes que toda la energía que generamos para revertir la situación.

Usted mismo es una 'rara avis' porque es ingeniero técnico industrial y licenciado en ciencias ambientales. ¿Qué hace metido en las artes escénicas?

Después de algunos años tramitando expedientes en la Conselleria de Medio Ambiente me vi atado a una silla. Así que me lancé a la aventura. Llevaba ya casi diez años de activista cultural en València y en la Valldigna. Y fue en ese momento cuando me profesionalicé. En ese sentido soy autodidacta. Además tuve la suerte que contar con el apoyo de todo mi entorno familiar. Mi padre siempre ha sido un referente en ese sentido, un hombre hecho a sí mismo que tuvo que luchar con mucho tesón para salir de la miseria, y lo hizo a base de trabajo, entusiasmo y honradez, tres ingredientes que intento aplicar en mi día a día como una de las enseñanzas vitales que me han brindado él y mi madre.

Por otro lado, me temo que después de la crisis nada va a ser igual, por lo que no hay mucha diferencia entre ser ingeniero o artista. Aquí si no eres funcionario la cosa está complicada. Muchos compañeros de universidad han acabado con un trabajo alienante y un sueldo de risa. No le veo solución, y mucho más si los políticos y los lobbies económicos, amplificados por los medios, se siguen empeñando en mostrar al crecimiento como única solución a nuestros problemas. Una falacia que ya se desmontó en los 70: Si los recursos naturales son finitos no se puede aspirar a un crecimiento infinito. Debemos aminorar la marcha, consumir menos recursos, productos, incentivar otros tipos de consumo, como por ejemplo el cultural, que trabaja principalmente con ideas. En nuestro caso concreto ya lo estamos poniendo práctica en el Raval, por ejemplo, el consumo de luz se ha reducido al 50% des de nuestra llegada.

¿En el ámbito local-comarcal de Gandia y la Safor hay buenos artistas?

Bueno, a nivel estético estoy más cerca de la transformación de la vida cotidiana en arte. Todos somos o podemos ser artistas. En ese sentido pienso que es más importante el proceso que el producto, la emoción que la técnica, la escucha y los detalles que la tecnología punta. Sea como sea, hay buenos artistas en todos sitios y en todos los sentidos. Sólo tienes que fijarte, y sobre todo ir a verlos, más allá que si son tus amigos o familiares o si son famosos. Falta curiosidad en la gente. ¿A qué te arriesgas, a perder 10 euros? Más pierdes comprando lotería que nunca toca. Los artistas por exceso o por defecto no están nunca justamente reconocidos. El sistema genera estrellas y estrellados. Si estás de moda, cosa poco probable, la gente va a verte; si no, no va ni el tato. Los medios de comunicación tampoco ayudan demasiado. No hay término medio. En todo caso, buscad y encontraréis buenos artistas. Eso sí, hay que saber dónde buscar. Tú decides si vas a las grandes superficies o a los comercios de barrio... El reconocimiento está en el día a día. Eso es suficiente, al menos a priori. Poder hacer lo que te gusta y quieres es un lujo.

¿La vuelta de la gestión publica del Teatre Serrano afecta al Teatre del Raval?

Espero que sí y que sea de manera positiva. Entendemos la cultura como un servicio público que debe arriesgar y apostar por la diversidad, que es lo que hacemos nosotros y es lo que tienen obligación de hacer desde las instituciones públicas. No me cabe duda que lo van a hacer y nos vamos a complementar.

¿Cómo ve usted la nominación de Gandia como capital cultural valenciana?

La verdad es que ser la capital cultural de una comunidad como la nuestra no es que sea un gran honor. Lo digo sin ánimo de ofensa. El nivel cultural es más bien bajo, si apelamos a los consumos culturales. Lo prioritario sería que de una vez por todas se invirtiese más y mejor en educación, con un pacto de estado inamovible y de una manera transversal e integradora, donde las artes, como el resto de disciplinas, fueran tratadas por igual, a lo que habría que sumar una mayor visibilización en los medios. A partir de aquí podríamos empezar a hablar del resto de cosas, como esa nominación. En general pienso que se han desaprovechado ya 40 años de democracia, y seguimos siendo un país mediocre. Eso sí, la fiesta que no falte.

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