Decenas de personajes, pueblos, efemérides, lugares emblemáticos y tradiciones llenan el callejero de la ciudad de Gandia. Muchos de ellos son de sobra conocidos y también sus historias. Son, por ejemplo, el Duc Alfons el Vell, Sant Francesc, el Duc Carles de Borja o el Ferrocarril d'Alcoi, entre otros. Pero, ¿quién es el Magistrat Català? ¿y el arquebisbe Polop? o, ¿por qué la principal vía de la ciudad se llama Germanies?, ¿quién era el Canonge Noguera? o ¿por qué fue conocido Ligori Ferrer? Algunas de estas dudas son las que quiere resolver el Ayuntamiento de Gandia con la instalación de códigos QR en las placas en las que se pueden leer el nombre de las calles de la ciudad.

La iniciativa la aprobó ayer la Junta de Gobierno local a propuesta de la Comisión de Calles, que, como publicó este periódico, ya contempló esta posibilidad cuando decidió que la plaza que ha quedado tras las obras de la urbanización Simancas pase a llamarse De les Xocolateres.

El código se podrá leer mediante aplicaciones de teléfonos móviles. Los usuarios solo deben acercar las cámaras de sus terminales al punto donde se encuentra la señal y este les devolverá, a través de internet, toda la información sobre el nombre de la calle en cuestión. Si es el nombre de un personaje histórico, el usuario conocerá la biografía del mismo y los motivos por los que la calle recibe este nombre. Si se trata de un pueblo o ciudad, el código QR esconderá la situación y características de este municipio. El sistema busca que sean, por tanto, las propias calles las que ofrezcan información sobre su historia.

El trámite de ayer, el que lo aprobara la Junta de Gobierno, era necesario para iniciar el proceso que acabara con la instalación de las placas rotuladas con el código. «Ahora debe ser el departamento técnico correspondiente el que busque la manera de hacer posible esta propuesta», explicaba el portavoz del Gobierno, José Manuel Prieto, en rueda de prensa.

El concejal aclaró, además, que el ayuntamiento no va a llevar a cabo la sustitución de todas las placas de calles de la ciudad, sino que la incorporación de esta leyenda será «progresiva». Además, estos códigos se hallaran mayoritariamente en aquellas calles de la periferia, en tanto que estas cuentan con placas de nombre enganchadas a un poste, lo que hace más fácil su acceso a los usuarios, en tanto que las que se encuentran en las esquinas de las vías del centro, enganchadas a las fachadas, quedan un poco altas para que el teléfono las capte.

Es posible que la plaza De les Xocolateres sea una de las primeras en disponer de este sistema. Quien lo utilice podrá saber que la comisión de calles decidió poner este nombre al nuevo espacio como recuerdo a la fábrica de Chocolates Nogueroles, que se encontraba en ese punto, y, en especial a sus trabajadoras. También sabrán que la familia puso en marcha el negocio a finales del siglo XIX y que el edificio fue derribado en los años 90, mucho después de que cesara su actividad.

Nuevas calles Piles y Palma

Esta no fue la única propuesta relacionada con el nombre de calles que ayer aprobó la Junta de Gobierno local. En la misma sesión se dio luz verde a que dos de las calles resultantes de la nueva urbanización de Santa Anna, concretamente las que actualmente se conocen como 1 y 3, pasen a llamarse de Piles, la primera y de Palma de Gandia la segunda. Estos nombres de vías en realidad ya existían en la capital de la comarca de la Safor pero con las obras de Simancas desaparecían.

«Históricamente se ha tenido la voluntad de que en Gandia haya calles dedicadas a todos los municipios de la comarca», explicó Prieto. Con ese espíritu, el ayuntamiento ha procedido a recuperar estos nombres.

Por cierto, que la misma sesión de la Junta de Gobierno sirvió para confirmar el nombre de la plaza de Les Xocolateres, que, aunque se daba por hecho, lo cierto es que faltaba pasar el trámite definitivo antes de que esa denominación pasara a formar parte del callejero de Gandia borrando, de un plumazo, uno de los últimos resquicios franquistas que quedaban, el del cuartel de Simancas, que Franco utilizó como símbolo de resistencia.