El próximo año, 2018, el instituto Jaume II «el Just» de Tavernes de la Valldigna cumple 50 años. Demasiados para unas instalaciones por las que han pasado miles y miles de jóvenes en plena pubertad, sobrados de energía y también de imaginación para inventar las más variadas «trastadas» en el mobiliario, paredes y otros elementos.

Muchos para que nunca se haya llevado a cambio una actuación integral en un edificio en el que ya pesan de forma desmesurada las huellas del paso del tiempo y que, dicho sea de paso, está obsoleto de casi todas las normativas existentes en seguridad o accesibilidad de centros educativos.

Ese es el panorama que dibuja un informe al que ha tenido acceso este periódico y que elaboraron los técnicos de la Conselleria de Territorio a finales del año 2015. En él se detallan cada uno de los problemas que arrastra un edificio que el Ayuntamiento espera que esté dando sus últimos coletazos de vida útil para dar paso a unas instalaciones más modernas.

De forma general, los técnicos que elaboraron el estudio, consideran que la estructura, cubiertas y fachadas de todos los módulos «han resistido bien el paso del tiempo» y, por tanto, «su estado es bueno». En el hormigón «no se observan fisuras de consideración», señalan, pero muestran especial preocupación por el estado del salón de actos. «En una zona del forjado de la cubierta de esta estancia se han producido desperfectos y corrosiones en el pasado», indican. Si bien, existen problemas «puntuales» de goteras en algunos edificios, que recomiendan reparar a la vez que hacer las cubiertas accesibles.

No se puede decir lo mismo de las ventanas de las aulas. La llamada carpintería metálica exterior se encuentra «en un estado muy deficiente», según se desprende del informe, lo mismo que la madera interior, que «presenta el deterioro propio del uso y la antigüedad», aquí se incluye los actos vandálicos que hayan podido llevar a cabo algunos estudiantes.

El escrito técnico presenta un panorama mucho más desalentador para los ventanales. «Su estado de conservación es muy malo», señala, y, por si no fuera poco añade que «sufren falta total de estanqueidad y aislamiento término y acústico. Contienen vidrieras simples» y sufren «abundantes oxidaciones».

Mención a parte precisan las ventanas correderas, que se encuentra a escasa altura «y representan un serio peligro en caso de caída al estar abiertas».

Volviendo al interior, otro apunte importante es el de los baños. La conclusión se limita a un: «su estado de conservación es muy deficiente», por lo que procedería su completa sustitución. También preocupa el estado de la instalación eléctrica. «Se encuentra obsoleta», narra el informe, y denuncia que «se observan cuadros insuficientemente protegidos, luminarias sin pantallas, enchufes sobreutilizados, con simples regletas», entre otras deficiencias.

La red no está adaptada a la normativa vigente «y los conductores eléctricos están sobrecargados», con el problema que ello conlleva. Sin contar con que algunos elementos de protección están averiados o directamente no existen. En 50 años no se ha renovado la red eléctrica y las actuaciones se han limitado a reparaciones de averías y un mínimo mantenimiento. El instituto sufre constantes cortes eléctricos por la obsolescencia de los transformadores.

La caldera funciona porque fue reparada recientemente. Sin embargo, sorprende el hecho de que la antigua, rota, fuera sustituida por otra de segunda mano. No es nada eficiente, ya que «se produce un alto consumo de gasóleo por falta de aislamiento del edificio».

Otra situación más que curiosa es la de la instalación de telefonía y telecomunicaciones. «Discurre sujeta con bridas a lo largo de los conductos de la instalación eléctrica y, en algunos casos, a las tuberías de calefacción». Inaceptable es que el sistema contra incendios no funcione «porque existe una fuga en el circuito que da servicio a las bocas de incendio».

Mención aparte merecen los gimnasios. El informe recoge que durante largos períodos es inutilizable debido a que se encharca el pavimento «a causa de la condensación por la insuficiente ventilación de la cámara sanitaria». Los técnicos concluyen que «ha cubierto sobradamente su vida útil».