Uno de los monumentos más antiguos de Gandia, y también uno de los menos apreciados pese a su uso cotidiano, es el Pont Vell d'Oliva, erigido a principios del siglo XIV, bajo el reinado de Jaume II, el nieto del Conqueridor, para garantizar la comunicación y el comercio hacia y desde el sur, superando el cauce del río Serpis que, muchos meses al año, era imposible cruzar por su caudal.

En el resumen histórico que ha servido para realizar esta obra de arte que permite ver la Gandia de hace quinientos años, el arqueólogo Cardona señala que, antes de la existencia del Pont Vell, el cauce del Serpis se salvaba por vados de escasa profundidad, siempre que las lluvias no elevaran el caudal.

«En Gandia está documentado uno de estos pasos en la parte baja del hospital de Sant Marc, en el camino hacia Dénia, y se conoce la existencia de otro de estos vados por donde discurre actualmente el Pont Vell d'Oliva», indica Cardona, que también contribuyó para recrear el Castell de Bairén.

El arqueólogo añade que, ante la necesidad de disponer de un acceso operativo en épocas de crecidas del caudal y coincidiendo con el amurallamiento de la ciudad del siglo XIV, el rey Jaume II promovió la construcción del puente en el año 1310. «Establecemos y ordenamos que se haga un puente allí, a saber, en el río... a través del Raval o Morería hasta las alquerías de Benieto Jussà y Benieto Sobirà, así con otros núcleos de población de la Huerta de Gandia y Oliva, y con Dénia y otras tierras del Sur».

Hasta la construcción del pantano de Beniarrés en 1958, el régimen fluvial del también llamado Riu d'Alcoi sufría grandes fluctuaciones de su caudal a lo largo del año. Así lo señala el botánico Antonio José Cavanilles en su obra Observaciones del Reyno de Valencia: «Como (el río Serpis) recibe las vertientes de los montes de Mariola, Carrascal de Alcoy, montaña de Penáguila, Serrella, Almodayna, Benicadell, son furiosas sus avenidas. La que se verificó el día 4 de octubre de 1779 fue tan grande que llegó a haber seis palmos de agua sobre el pretil del puente de Gandia. En semejantes riadas causa daños considerables, ya robando tierras, ya mudando de cauce. Junto a dicho puente se ha ido retirando hacia la izquierda, de modo que casi lame las casas de la ciudad, habiéndose llevado gran parte del ribazo que aseguraba el puente, quedando muy expuesto el paredón que media entre el primer arco y la puerta de la ciudad».

El botánico Cavanilles incluso alerta a Gandia que «debiera precaverse con anticipación los riesgos que la amenazan», y anima a que, durante el escaso caudal del verano, se asegure la estructura del Pont Vell.