La decisión del gobierno de Tavernes de abandonar la Mancomunitat de la Valldigna ha acabado por generar roces entre esta localidad y las otras tres que la forman, Benifairó, Simat y Barx.

En una rueda de prensa que tuvo lugar en la sede de la Mancomunitat, en Benifairó, los cuatro dejaron claro que, pese a que podrían hacerlo, no tienen intención de poner ninguna traba al «Vallexit», como han bautizado al proceso. Eso sí, van a exigir que lo hagan siguiendo los pasos que marcan los estatutos. De no ser así, los alcaldes están dispuestos, incluso, a llegar a la justicia si es necesario.

En primer lugar, los cuatro dirigentes exigen a Tavernes que liquide lo que adeuda a la entidad. Son más de 52.000 euros correspondientes a las cuotas de 2017. Es el dinero que todos los ayuntamientos están obligados a aportar anualmente. La capital vallera, explicaron, no pagó ni un solo plazo el año pasado porque consideraba que ya no formaba parte del organismo. Eso, sin embargo, no es así. A día de hoy, según los alcaldes, que se basan en los estatutos, Tavernes es un miembro más de la Mancomunitat porque no se ha formalizado su salida.

Es más, en octubre del 2017 «su representante en esta entidad, Quique Chofre, vino al pleno y votó a favor de los presupuestos de 2018», señaló Vicent Ribera. Fue el último al que acudió. Los presupuestos municipales de Tavernes, pese a todo, no cuentan con consignación presupuestaria para hacer frente a esa deuda. Pero hay más. A día de hoy, el municipio tiene contratados a dos becarios que dependen de la Mancomunitat, algo que los primeros ediles no entienden, toda vez que esta localidad ya actúa como si no fuera miembro de la misma.

Además, Tavernes también tendrá que hacer frente a más de 67.000 euros de la deuda que la Mancomunitat tiene con la Fundació Jaume II «el Just», un dinero que, según Ribera «de momento, la Generalitat no nos reclama pero que lo puede hacer en el momento en que quiera». Los ayuntamientos exigen al gobierno vallero que reconozca esa cantidad para que, llegado el día, se haga cargo de su parte aunque ya esté fuera del ente.

El primer edil de Benifairó fue tajante: «Si no paga, no vamos a aceptar que se vaya». Y es que, según los estatutos, la Mancomunitat debe aprobar en pleno la salida del municipio pero también lo deben hacer los ayuntamientos y todos tienen claro que sin un compromiso de pago, Tavernes no podrá formalizar su salida. Los cuatro dirigentes no descartan incluso que tenga que mediar la justicia.

Y es que, según explican, el gobierno que preside Jordi Juan, a cambio de no pagar ofrece a la entidad quedarse con la parte que le correspondería de la venta de un terreno propiedad de la Mancomunitat, una propuesta cuya legalidad está en entredicho.

«No hemos pagado ni un café»

Además de aclarar la situación en la que se encuentra actualmente la salida de Tavernes, los alcaldes también matizaron cuestiones sobre los motivos que esgrime este municipio para marcharse. Alberola, en primer lugar, pidió a su homólogo vallero «que explique eso de que el órgano solo servía para pagar 'patxoxaes' porque nosotros no nos hemos hecho ni un café». Además, acusó a los valleros de «bloquear» el ente durante más de dos años tras anunciar su salida, luego amagar con quedarse si se aprobaba el proyecto Edusi y finalmente decidir marcharse de forma unilateral.

Respecto al coste que le suponía mantenerse, Vicent Ribera recordó se redujo la aportación de los ayuntamientos de 17 a 2,40 euros por habitante para evitar su salida. Tavernes pasó de pagar más de 200.000 euros a 41.000. Los actuales gestores también decidieron bajarse el sueldo. «De 600 euros al mes que cobraban en la pasada legislatura, -cuando el propio Jordi Juan la presidió- lo redujimos a apenas 60 euros», explicaba Ribera. Todo, con la intención de facilitar al máximo que el principal municipio de la Valldigna siguiera ligado Mancomunitat. Miquel Donet cree que el motivo de la salida de esta localidad se debe «a que nosotros cambiamos los criterios para que las asociaciones de Tavernes no fueran las más beneficiadas».

Este mal ambiente se genera justo cuando el presidente de la Mancomunitat y el alcalde de Benifairó son de Compromís, como el de Tavernes, y el de Simat de EU, partido con el que existe sintonía.