m e siento orgulloso debido a que por una parte he desarrollado toda mi vida con un cierto criterio ético, encontrándome en la situación actual, adonde muchos, con más valía, no han podido llegar. Y me siento orgulloso porque estoy con fuerza e ilusión pasa seguir la trayectoria que he llevado hasta ahora, o sea intentar razonar las situaciones vitales y no darles pábulo por quien las dice sino por sí mismas.

La Asociación Jubilats i Pensionistes de la Safor (pendiente de legalizar) está compuesta por personas que manteniendo cada una su ideología propia, estamos dispuesto a favorecer que la gente, sobre todo la de nuestra edad, enjuicie las distintas actuaciones políticas desde la objetividad, valorando las consecuencias que tales prácticas puedan tener en relación con nosotros, con nuestros hijos y nietos.

Entiendo que nuestro principal cometido para poder conseguir estos y otros objetivos es conseguir el respeto de la sociedad en que estamos viviendo. Para lo cual es imprescindible valorarnos cada uno a sí mismo y creernos que somos merecedores de ese respeto. No somos trastos inútiles que se pueden guardar en la parte más oscura de la casa. Pero tendremos que demostrarlo.

Una de las formas de esa demostración es utilizar la razón cuando lo habitual es que predominen los sentimientos. Nos encontramos en un medio en el que predomina la hostilidad de unos pocos contra la mayoría. Por un lado esas pensiones misérrimas que condenan a malvivir a una gran cantidad de personas y, por otro, ese mundo laboral,en que se ven inmersos nuestros hijos y nietos, siendo maltratados de muy distinta manera, con el paro, el exilio económico, la sobrecualificación.

Con este panorama hay gente que a la hora de elegir lo hace por aquellos que lo maltratan por mor de unas ideas inmersas en sentimientos irracionales, y otros que por sistema dicen que a ellos no les interesa la política, sin darse cuenta de que con esta postura dan lugar a que las cosas se mantengan en el tiempo, continuando con sus críticas improductivas en la barra del bar, despotricando contra todo (con razón) pero sin permitir ninguna solución. Entiendo que si pudiéramos conseguir que esta mayoría se concienciara de su poder y actuara de forma racional en beneficio propio (y ya no contemplo el altruismo) las cosas podrían modificarse.

Hay muchos datos, unos de orden general, como la corrupción (o robo sistematizado), los beneficios, indemnizaciones legales aunque incomprensibles a grandes empresas, rescate de autopistas y de bancos, tolerancia con los exiguos impuestos a grandes fortunas. Todo lo anterior, aunque no estemos de acuerdo con ello, aparentemente no nos afecta de forma directa (parece) siendo a veces benévolos en su análisis. Pero hay otros datos que nos están tocando directamente, y a usted también. La gente que no puede vivir con la pensión que cobra, y otros dos aspectos, el exilio económico y la sobrecualificación, que ha padecido o padece alguien de su familia, pudiendo ser un hijo o un nieto, o alguien a quien aprecia.

De 2009 a 2017 alrededor de 469.100 mujeres y 465.900 hombres han emigrado. Si vemos los menores de 30 años son 769.845 personas en todo el estado, que referido a la Safor se convierten en 23.095. ¡Verdad que conforme se acercan las cifras duelen más! Uno se da cuenta de que le afecta de forma directa. Esto significa que alrededor de un 12% de habitantes de la Safor han tenido que emigrar, y si lo trasladamos a la ciudad de Gandia se convierten en 10.000. No son cifras exactas, pero duelen.

Si contemplamos no ya la gente menor de 25 años que está en paro, sino la que trabaja de forma sobrecualificada, cobrando salarios míseros, nos encontramos con una cifra de 2.376 personas en toda la comarca, y si lo acercamos a Gandia son 1.029 los jóvenes que están en esta situación.

Cualquier persona, tenga la orientación política, ética, religiosa por la que se pueda mover, no puede entender como natural que esto pase a los demás, pero cuando lo está viendo de forma directa en su misma familia o en la del amigo o vecino, dejan de ser comprendidas las posturas personales referidas más arriba. De ahí que si nosotros, los de más edad, nos damos cuenta de que lo más importantes son los nuestros y que debemos decidir en función de estos y no de esa exigua minoría que nos está manipulando, es cuando estaremos en condiciones de exigir el respeto que nos merecemos.

Solo sería cuestión de tener memoria y, a la hora de depositar nuestra confianza no hacerlo en aquellas personas que nos han engañado y han gobernado en favor de un mínimo grupo y que quizá han estado dirigidos por los representantes de la globalización. No contemplar esto no es indiferente, es que positivamente estamos favoreciendo el convertirnos en esclavos explotados, sin saber cuál va a ser el final.

Nuestro grupo va a dirigir su actividad en esta dirección, todos/as somos necesarios/as.