Durante unos años corrió la «leyenda urbana» de que organizar una «cordà» u otra fiesta del fuego similar era muy complicado, por cambios en la normativa y por el gasto en seguros de responsabilidad civil. Muchos de estos actos fueron desapareciendo de los programas de fiestas. Sin embargo, esas restricciones legales, que partieron del Gobierno central en forma de circular a los ayuntamientos nunca llegaron a entrar en vigor, aunque sí generaron un clima de incertidumbre. La consecuencia fue que muchos de estos actos fueron cayendo de los programas de fiestas.

En 2009 una directiva europea prohibió los cohetes «borratxos» pero después hubo una excepción para el caso de manifestaciones festivas tradicionales como la «cordà», la «passejà», el «correfocs» o la «despertà», asentadas históricamente en las fiestas patronales o populares de muchas localidades valencianas. Es más, desde el año 2011 la ley valenciana las garantiza, con las debidas medidas de seguridad.

Para volver a implantar estas fiestas tradicionales un grupo de apasionados creó la Colla de Recuperacions Extraordinàries (CRE). El nombre adopta las mismas siglas que «Consumidor Reconocido como Experto», una figura creada a raíz de la directiva europea y que es un certificado necesario para utilizar los artificios pirotécnicos que se disparan en estas festividades.

Estos y otros asuntos se han debatido este fin de semana en Gandia, en el III Simposi Internacional Focs Festius a la Mediterrània. Es uno de los últimos actos con motivo de su declaración de Capital Cultural Valenciana. Uno de sus ponentes fue Joan Lluís Rodrigo, ingeniero industrial y presidente de la citada Colla.

¿Cómo están estas fiestas de fuego en el actual marco legal?

Se recogen como manifestaciones tradicionales y están protegidas desde 2009 por la Instrucción Técnica Complementaria (ITC) número 18 del Reglamento de Explosivos. En 2011 el Consell estableció que podían acogerse a la ITC-18 las «cordaes», «passejaes», «correfocs» y la «despertà». Estas fiestas siguen un procedimiento administrativo diferente al de los espectáculos pirotécnicos porque los productos no tienen el distintivo CE. El problema es que en el año 2000 se generó una confusión, ya que en junio la Delegación del Gobierno sacó una circular muy estricta sobre las «cordaes», aunque la derogó al mes siguiente y nunca llegó a entrar en vigor. Pero todavía hoy muchos ayuntamientos siguen pensando que sí está vigente esa norma y siguen poniendo trabas.

¿Cuántas «cordaes» ha recuperado ya la Colla?

Desde el año 2012 son ya un total de 25 pueblos, entre ellos Jérica, Sueca o Potries. Ahora estamos trabajando en Banyeres de Mariola.

Comentaba que los ayuntamientos son reticentes...

Sí, las agrupaciones hemos hecho un esfuerzo para adaptarnos a la normativa, pero muchos ayuntamientos nos frenan. Mi pueblo, Riola (la Ribera), perdió la «cordà» en el año 2000, se recuperó en 2008, pero el año pasado no la autorizaron.

¿Cuánto cuesta organizar una «cordà»?

Depende de la pólvora que se utilice, pero una media de mil euros para unos 10 kg de cohetes. Organizar una «cordà» es relativamente fácil, sólo hay que estar dado de alta como grupo CRE y encargar los cohetes. No hay que descuidar la seguridad, pero esas medidas van acordes a la intensidad del fuego que se vaya a utilizar.

¿Le gusta el «modelo Paterna» para las «cordaes», en un recinto enjaulado?

Es un tema muy sensible. En la Colla nosotros apostamos por una «cordà» tradicional, de calle, abierta, popular y espontánea. Legalmente, como he dicho, es posible. Acotar o enjaular una «cordà» limita la participación y esto al final sí que puede abocarla a su desaparición. Pero respetamos también el modelo de fiestas que tienen en Paterna.

Así que reivindican la «cordà» como parte de nuestra identidad mediterránea...

En muchos pueblos, antes y todavía ahora, tener una marca de «cordà» en la fachada de tu casa es un honor, eso también forma parte de nuestra cultura popular. Los vecinos no sólo no se quejan, sino que asumen que después de fiestas deben pintar o incluso la dejan ahí de un año para otro, porque con la lluvia suele desaparecer. Esto hoy en día también se puede ver al contrario y presentar una reclamación a los organizadores o al ayuntamiento para que te indemnicen por daños...

Pero también hay quien tiene pánico a presenciar una «cordà», y si le toca en su calle opta por no salir de casa. ¿Son capaces de ponerse en su situación?

Sí, claro. La culpa de ese miedo la tenemos entre todos. A partir de los años 80 las «cordaes» empezaron a desvirtuarse por la ambición de tirar más cohetes y más potentes. Hoy la mayoría son cohetes flojos, de «foc gelat». En los años 50 decían que eran «de caña verde», porque, efectivamente pesaban mucho y apenas se levantaban del suelo, haciendo ese movimiento serpenteante. Nosotros lo resumimos en una frase; «fer cordaes sense animalaes».

¿Cuál es la salud del «tro de bac» en estos momentos?

Pues delicada, porque sólo hay una empresa en España que los fabrica, la pirotecnia Zarzoso, de Altura. No se pueden vender al público, sólo se pueden suministrar a los grupos CRE. En los años 70 tenían unos 3 gramos de pólvora, hoy en día son de 1 gramo.