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La casa de las segundas oportunidades

?El Centre Integral de Cáritas permite a muchos de sus usuarios recuperar sus vidas perdidas

Pepe, a la izquierda, conversa con Domi en el Centro de Atención Integral de Cáritas en Gandia. begoña del prado

Las historias de Doménec (Domi) y José María (Pepe) tienen varios nexos de unión. Ambos tienen un pasado de adicciones. Eligieron Gandia como ciudad donde residir y han conseguido rehabilitarse social y laboralmente tras su paso por el Centro de Atención Integral (CAI) San Francisco de Borja de Cáritas Gandia.

Domi, de 45 años, ha sido alcohólico durante muchos años. Empezó a beber con apenas 14 años de forma paralela a su camino profesional, en el sector de la restauración. Pepe, de 50, comenzó a consumir cocaína cuando el que fuera su cuñado acabó con la vida de su hermana en un acto de violencia machista. El primero perdió en la distancia a su familia, mujer e hija, que se alejaron de él a causa del alcohol. El segundo, comenzó a delinquir para satisfacer su adicción. Llegó incluso a malvivir durante cuatro años por las duras calles de Madrid.

Son dos ejemplos del perfil habitual de un beneficiario del CAI: «Persona empleable durante gran parte de su vida que pierde el sentido por una crisis económica, familiar o vital», tal y como señala Jesús Mollá, psicólogo especialista en coaching del CAI, quien destaca que «me gusta trabajar en plano horizontal porque cualquier persona, en un momento dado, puede estar sentado en cualquiera de las sillas, como técnico o como beneficiario del centro». Porque si de algo tienen constancia en Cáritas Gandia es que un día puedes estar en lo más alto y, al día siguiente, perderlo absolutamente todo. Por eso, insiste Mollá, «humanizar la primera atención es lo que nos da un valor diferencial». Doménec y Pepe siguieron caminos diferentes para su rehabilitación pero no fue hasta su atención y acompañamiento en Cáritas cuando consiguieron su plena integración. Doménec llegó a Gandia, donde reside su exmujer y su hija, de 17 años, a la que ha recuperado como padre.

Tras pasar unos años de soledad, «porque vivir con una persona alcohólica es muy problemático», entró en la Unidad de Conductas Adictivas del Departamento de Salud de Gandia, que le derivó a Proyecto Hombre, una organización que trabaja en el tratamiento y rehabilitación de personas con adicciones. Pero nunca llegó a entender y asimilar que «estaba enfermo». Él consideraba simplemente que «era un golfo» que salía a tomar copas cuando acababa su jornada laboral en la hostelería. Pero 25 años con esta rutina se convirtieron en un problema serio. «No recuerdo ni un solo día desde los 14 hasta los 30 años en los que no bebiera después de acabar la jornada. Bebía tanto que empezó a ser un problema porque al día siguiente no podía ir a trabajar, hasta que un día fui consciente de que estaba enganchado». Y entonces le hablaron del CAI de Cáritas, donde «he encontrado orientación para recuperar el trabajo y apoyo para salir de la situación en la que estaba, de asistencia social o acompañamiento, incluso con la ayuda del psicólogo del CAI, que fue de gran valor».

Durante un año fue beneficiario del CAI. Ahora, ha recuperado a su hija y su trabajo, y además, ha dejado el alcohol. De momento vive en un piso compartido, totalmente independiente de Cáritas.

«He rehecho mi vida -dice- gracias a Cáritas Gandia, que me ha hecho entender mi problema y cómo afrontar la vida». Explica que llega tal momento de abandono personal que «piensas que jamás podrás salir de esta, pero en Cáritas me apoyaron, me dieron terapia y acompañaron hasta el final. Siempre tenía a alguien que me podía escuchar, y creo que gracias a eso lo he conseguido».

Agradecido al CAI

Por su parte, Pepe, antes de llegar a Cáritas, pasó por un centro evangelista, «pero me sentía como en la cárcel porque no me dejaban salir», aunque allí, durante 9 años, consiguió rehabilitarse de su adicción a las drogas.

Decidió empezar de cero en su «nueva vida» y se trasladó a la costa valenciana donde vivió en diferentes localidades hasta llegar a Gandia, y al CAI, donde reside desde los últimos 8 meses. Aunque quería trabajar como panadero o conserje, hizo un curso reglado de camarero a través del programa de Empleo de Cáritas Interparroquial Gandia y ahora está trabajando en un hotel de la playa. Asegura que ha conseguido el empleo porque el CAI «cuenta con un gran equipo de técnicos que ayudan y aconsejan con todos los trámites». De momento no sabe cuánto tiempo más seguirá como residente del CAI, pero quiere seguir trabajando, ahorrar dinero y, cuando esté preparado, independizarse en un piso compartido.

Pepe ha retomado el contacto con su hijo, de 27 años, y al que no veía desde que tenía 5 años. Espera encontrarse con él este verano, cuando venga de Madrid. Domi, por su parte, confía en poder volver a vivir con su hija, cuando consiga estabilidad económica «porque el trabajo no está bien para nadie y el invierno ha sido duro laboralmente hablando».

Ahora quieren ayudar a otros

Ambos sienten que han perdido muchos años de sus vidas a causa de las adicciones a las drogas. Tiempo que ahora quieren recuperar «llevando una vida normal», con una casa, con un trabajo y con sus hijos.

También los dos quieren devolver lo que han recibido y poder ayudar a otros que estén en la situación que ellos han vivido en sus vidas. «Cáritas, el CAI, es una obra de Dios -dice Pepe-. Aquel que ayuda a un pobre, está dándole a Dios y Dios lo multiplica. No tengo palabras para decir lo que Cáritas hace con las personas y espero poder ayudar en el futuro a otras personas como me han ayudado a mí». De momento Domi ya es voluntario del Economato «porque hay muchas cosas en las que podemos ayudar a los demás, y pido a todos los que tengan un poco de tiempo libre, que lo dediquen a los demás».

Los técnicos de Cáritas critican que «no haya recursos suficientes para que la persona que sale, en riesgo de exclusión social, consiga una vivienda o un empleo», y en este sentido confía en que la Renta Valenciana de Inclusión pueda cubrir las necesidades básicas de las personas.

El CAI Sant Francesc de Borja es un centro municipal, construido por el Ayuntamiento de Gandia, inaugurado en 2012 por el entonces arzobispo de València, Carlos Osoro. El edificio está gestionado desde entonces por Cáritas, que lleva a cabo una atención continuada con las personas sin hogar que acuden. Los profesionales del centro llevan a cabo un programa integral que tiene como objetivo final la reinserción social. Un claro ejemplo de ese trabajo son Domi y Pepe, que tras años apartados de la sociedad, han encontrado un camino que les ha permitido recuperar su vida.

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