Carlos es el único encajador de naranja del almacén. Es un oficio que tradicionalmente ha sido cosa de mujeres, pero esto no le supone ningún impedimento, tampoco en las relaciones personales con sus compañeras de trabajo. «Me preguntan que si tengo novia», señala. Y sí, la tiene, Marta, con quien comparte sus ratos de ocio, coincidiendo más los fines de semana, ya que él vive con sus padres en Almoines.

Bromas a parte, su salario es el mismo que el de una encajadora, como no podía ser de otra manera. Trabaja en el almacén que Frutas Gragón desde hace ya ocho años, por lo que apenas necesita seguimiento de Asmisaf, aunque de vez en cuando se interesan por él. Antes trabajó en el Ayuntamiento de Almoines para labores de mantenimiento y limpieza en la vía pública, y realizó prácticas en un hotel de la playa de Gandia. Durante su etapa de formación en Asmisaf realizó cursos, como jardinería, limpieza y lavandería. Su horario es de nueve de la mañana a siete de la tarde, y acude al almacén con un cuadriciclo, el llamado «coche sin carné», aunque sí que necesita un permiso, el de ciclomotor.

Frutas Gragón se creó a finales de los años 80 en l'Alqueria de la Comtessa, fundada por Vicente González, de 85 años, entre otros socios. En temporada alta empresa emplea a un centenar de trabajadores y confecciona unas 22.000 toneladas de cítricos al año.