? No es nuevo que una empresa pague obras públicas para, de alguna manera, conseguir un legítimo interés propio. Hace muchos años llamó la atención en Gandia que la firma Continente (hoy Carrefour) pagara el puente de cuatro carriles sobre el río Serpis para «acercar» a los clientes el primer gran hipermercado que se abrió sus puertas en Gandia.

Mucho más reciente es el acceso desde la N-332 al polígono de Benieto (donde está Leroy Merlin), pagado por los empresarios para mejorar el acceso a sus clientes.

Y apenas hace unas semanas se aprobó en Oliva el convenio urbanístico entre el ayuntamiento y la empresa Lidl para mejorar el acceso a ese supermercado abierto en el paseo Francisco Brines. En todos los casos las empresas consideran que la inversión se amortiza con los beneficios que genera.