Los pescadores de la Cofradía de Gandia están cada vez más sensibilizados con el respeto al medio ambiente marino.

Lanzar plásticos al mar u olvidarlos en la arena de la playa (al final también acabarán en el agua) no sólo contamina sino que contribuye a que proliferen más medusas. El principal depredador de estos ejemplares es la tortuga boba ( Caretta caretta), y el animal suele confundir las medusas y otras de sus presas con bolsas de plástico, las ingiere, se atraganta y muere. De hecho, la especie está gravemente amenazada.

Actualmente, la cofradía de Gandia participa en tres proyectos para el reciclaje y valorización de los plásticos recogidos en el mar.

Uno de ellos, de ámbito nacional, es el RepescaPlas, en colaboración con la Fundación Biodiversidad y el Instituto del Plástico. Este ha permitido retirar de los entornos de los puertos de Gandia, y Marín y Vigo, en Galicia, hasta 837 kg, muy por encima del objetivo inicial de 300 kilos. Esta iniciativa reveló que el fondo marino de Gandia alberga más basura de la que se pensaba.

«112 Tortuga»

Por otra parte, en Gandia también están concienciados con la recuperación de la tortuga boba. «Somos uno de los puertos pesqueros valencianos que recupera más tortugas, unas 15 o 20 al año», apunta el secretario de la Cofradía de Pescadores de Gandia, Enrique Ferrer.

Muchas barcas del puerto gandiense lucen con orgullo la pegatina «112 Tortuga», que regalan las autoridades como agradecimiento por haber rescatado a una tortuga en peligro o que se haya enganchado a las redes de forma accidental.

Por otra parte, l'Oceanògrafic se ha mostrado receptivo a bautizar a las tortugas enviadas con el nombre de la embarcación que la encontró. Se les coloca un chip (desarrollado por cierto en el Campus de Gandia de la UPV) y una vez liberadas sus movimientos pueden seguirse gracias a una aplicación para dispositivos móviles.