«A donde nos dirigimos no es precisamente un lugar ideal». Así inició Ignacio Sánchez Cuenca su conferencia «Què hi haurà darrere la democràcia?» la tarde del miércoles en el salón de actos de la Marquesa. Y lo expuesto en la conferencia fue un anticipio de su intervención, ayer, en el curso «Diguen el que diguen les distopies catastrofistes, no tot està perdut. O sí?».

Entre el realismo, el escepticismo y el pesimismo, este profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid hizo un diagnóstico de la situación política y socioeconómica de las sociedades occidentales. Entre los elementos para realizar ese diagnóstico destacó «la caída de los partidos socialdemócratas en Europa, la inestabilidad de los nuevos gobiernos surgidos de las elecciones, la ruptura del bipartidismo tradicional y la irrupción de nuevos partidos como la Liga y el Movimiento 5 Estrellas en Italia».

Según Sánchez Cuenca, «la globalización ha producido ganadores y perdedores», y ante la gran masa de perdedores que ha provocado la crisis económica , «hay quien propone una redistribución de la riqueza para estabilizar las sociedades y la política, pero yo soy muy escéptico».

Gobiernos tecnocráticos

Y en el fondo de todo este panorama, «hay algo más profundo: estamos asistiendo a la emancipación de la economía respecto de la política, que ha empezado a subordinarse a aquella». «Es lo que siempre habían soñado los neoliberales», apuntó.

Así, estamos asistiendo al auge de la tecnocracia, pues se considera que solo los economistas, desligados de la política, pueden y saben qué hacer para dirigir un país. Y el mayor apoyo de esta tecnocracia «es el Banco Central Europeo y la Troika, quienes, por cierto, no rinden cuentas ante los ciudadanos».

A pesar del auge de los populismos y de la extrema derecha, «no creo que vayamos a ver dictaduras en Europa, el estado de derecho seguirá funcionando, mantendremos nuestras libertades individuales como las de reunión, pensamiento, etc.». «Todos seremos iguales pero nadie tendrá poder de decisión, y la democracia será residual». Y como ejemplo comentó: «la democracia nos permitirá discutir si sacamos o no los restos de Franco del Valle de los Caídos, pero no podremos decidir sobre los grandes asuntos», que quedarán en manos de los poderes económicos.

¿Y hay alguna salida? «El 15M fue un movimiento de indignación, pero es muy difícil que, en un país donde el 80% de los hogares tienen casa en propiedad y 12 millones juegan a la bolsa, surjan movimientos revolucionarios», concluyó.