¿Cómo fueron sus inicios en el periodismo siendo mujer?

Soy hija, nieta y sobrina de periodistas. Eso ya significa una entrada en la profesión distinta. No es lo mismo que llegue de la calle y empiece a pedir trabajo en un medio de comunicación. Lo primero que hice no fue crónica ni información, sino cuentos literarios en una revista para mujeres que se llamaba «Ilustración femenina», en Barcelona. Yo era siempre un personaje raro porque estaba dispuesta a hacer la crónica de la noche y no había ninguna otra mujer que lo hiciera. Las mujeres escribíamos sobre moda, mujeres, crónica sentimental, de sociedad...

¿Qué cambios ha notado como mujer desde la Transición hasta ahora?

Hemos cambiado en todo. Hemos mejorado toda la legislación que nos oprimía y nos marginaba. No solo disponemos de igualdad legal, sino también en la vida cotidiana y la posibilidad de estudiar todo lo que queramos. Además, la libertad sexual es evidente teniendo en cuenta que las mujeres estábamos pegadas al marido y podían meternos en la cárcel por adulterio, anticoncepción? Ha cambiado todo el país y lo hemos cambiado nosotras mucho más que los hombres. Nuestro movimiento es mucho más fuerte, organizado y unido que el movimiento estudiantil o sindical.

¿Todavía siguen existiendo tabúes en el tema de la libertad sexual?

Lo único que se puede criticar es que los hombres se pueden aprovechar de ellas, cosa que suelen hacer en todas las edades. Los jóvenes se aprovechan hablando de libertad sexual para follar a niñas, jóvenes y tener varias novias a la vez. El otro día escuchaba en un consultorio que las jóvenes se quejaban casi unánimemente de que los chicos no guardaban ninguna fidelidad.

¿De qué sirven las manifestaciones si las instituciones y la justicia no actúan?

Es un tema muy importante. En la calle el movimiento social tiene que estar, porque sino no existes, pero solo en la calle no se consiguen todas las demandas. Es imprescindible llegar al poder político. Este es el desafío que tenemos nosotras como movimiento feminista. Se trata de que nuestras militantes tengan lugares de visibilidad en las instituciones. Nosotras hemos estado cuarenta años en la calle con una pancarta y es hora de dar un salto importante a la política.

¿Cómo se da ese salto?

Hay que apoyar al partido político, pero no hay conciencia entre las mujeres. Suelen crear asociaciones, manifestarse, emitir comunicados? pero el movimiento feminista tiene una trinchera que no ocupa, que es la política. Las mujeres tampoco se atreven a estar en la escena política, tienen poca decisión. El trabajo que hacen es inmediato, pero si tú tienes una misión grande de cambiar el país, tienes que dotarte de los instrumentos y el primero es el partido político, que es el que puede legislar.

En las manifestaciones feministas hay muchos hombres, ¿ya empiezan a tomar conciencia?

Espero que sí y creo que sí. Han aceptado el feminismo. Veo que todo el mundo quiere ser feminista y hay un sector que ha creado asociaciones muy diversas. En Izquierda Unida, uno de los camaradas dijo que las mujeres les han avanzado porque ellas quieren cambiar el mundo y tienen una visión amplia.

Las redes sociales han jugado un papel importante en este tema como ocurrió con el movimiento #MeToo, ¿considera que hubiesen sido un buen instrumento durante la Transición?

No, los jóvenes mitifican las redes sociales. Nosotras cambiamos mucho más sin redes sociales, sin internet, sin whatsapp? que lo que se está cambiando ahora y los datos están ahí. Solamente con una pancarta cambiamos la legislación franquista, aprobamos el artículo 14 de la constitución, legalizamos el divorcio, el aborto? Por muchas redes sociales que haya, ¿qué ha avanzado?

¿Esto se debe a que la sociedad no sabe utilizarlas?

Varias formaciones feministas utilizaron las redes en las elecciones de 2015 y perdieron 1,2 millones de votos. El movimiento #MeToo es un movimiento folclórico porque es de las actrices de Estados Unidos y como somos unos papanatas y estamos deslumbrados por este país se queda todo el mundo con la boca abierta. Pero, ¿nos ha cambiado algo que salieran las actrices a decir «Me too»? Nos ha cambiado en visibilidad, pero ¿y qué? Las instituciones las tenemos que asaltar. Esto está muy atrasado, la ley no sirve para nada y no tiene eficacia. Estamos acostumbrados a que cada día haya un asesinato.

¿Las muertes por violencia de género se han normalizado? En 2018, ya llevamos 22 asesinatos?

La violencia siempre ha estado normalizada. No ha empezado ahora, lo que pasa es que no se sabía. El éxito es que hemos conseguido que se visibilice y todos los días esa información salga en todos los medios. Eso ha sido fundamental, conseguir que se difunda, se discuta y agite al personal.

El caso de la Manada, ¿ha marcado un antes y un después en la justicia?

No lo sé, porque el poder judicial es un poder enquistado y enrocado que no ha cambiado nada desde la Transición y no se ha hecho ninguna democratización. No creo que la justicia vaya a cambiar, ya que acaban de ratificar la libertad del grupo a pesar del movimiento de protesta unánime en el que han participado muchos hombres. Hay que cambiar la legislación.

¿Y cómo se puede cambiar?

Los maltratadores tienen que ir a la cárcel, no tienen que estar sueltos por las calles para que luego maten a la que quieran. ¿A que esto no pasa con los terroristas? El 30% de las asesinadas había presentado denuncias y tenía órdenes de alejamiento.

¿Cómo debe cambiar la actuación del cuerpo de seguridad?

Las fuerzas de seguridad actúan según la justicia, lo que hay que cambiar es la ley. Son los jueces los que tienen que incrementar las medidas de seguridad. La policía es el último escalón de la protección.

Tras todas estas protestas, ¿hacia dónde vamos?

Al triunfo del feminismo y que vayamos cambiando este país a corto plazo. Estamos a vísperas de unas elecciones y allí el feminismo debe tener un papel importante.