Al gobierno de Tavernes de la Valldigna le ha surgido, a las puertas de un nuevo gran festival, el Mediterránea que arranca mañana, un importante escollo. El enfado de muchos vecinos de la playa por el ruido que en los últimos tres veranos ha generado el Iboga Summer Festival les ha llevado a organizarse y han creado una plataforma cuyo objetivo es presionar al ayuntamiento para que acabe con una situación que, denuncian, está afectando incluso a su propia salud.

Más de un centenar de personas, una gran parte de ellas propietarias de la zona norte del casco urbano de la costa vallera donde se concentran estos eventos musicales, se reunieron la tarde de ayer en la capilla de la playa para dar forma al colectivo que se pondrá de frente a los representantes públicos locales para exigirles que echen el freno a esas actividades que les impiden llevar una vida normal durante en sus viviendas vacacionales durante los días que duren estos eventos.

La idea primera del colectivo es la de presentar propuestas que consideran que, sin necesidad de que tengan que dejar de celebrarse los festivales, tengan un impacto acústico mucho menor para los ciudadanos. Hablan, por ejemplo, de cambiarlo de ubicación a un espacio alejado de las viviendas o variar la orientación del escenario, entre otras.

En principio, se acordó llevar todas estas cuestiones ante el Ejecutivo local vallero de Compromís para que rectifique y, en caso de que no haya una respuesta positiva, ir un paso más allá y presentar una demanda.

En todo caso, se ha habilitado un correo electrónico a través del cual canalizarán todas las quejas y propuestas que los vecinos tengan sobre aquellas cuestiones que perturban su bienestar.

El movimiento lo han promovido varios propietarios. A través de carteles pegados por diversos puntos de la playa llamaron a una reunión a la que acudió un importante número de afectados. En primer lugar se acordó organizarse en forma de plataforma, cuyo procedimiento es mucho menos farragoso que fundar una asociación.

Después de que tres portavoces expusieran todas las cuestiones que les habían llevado hasta allí, se dio voz a los presentes. Algunos abogaron por no esperar más y presentar directamente la demanda judicial. Otros pidieron que la protesta no se quede solo en los festivales y vaya más allá». Como Julián, quien señalaba que «Me congratula que por el Iboga se empiece a hacer algo, porque llevamos más de diez años sufriendo el ruido». Otros hablaban de las molestias que les generan las pistas deportivas de la Goleta, el cine de verano por la proximidad con las casas, las actividades que organizan diveros colectivos o la circulación de ciclomotores con ruidosos tubos de escape.