Laa reciente aparición del Sindicato de Trabajadoras del Sexo ha despertado una gran controversia en toda España, por lo que creo oportuno ofrecerles una pequeña muestra de las diferentes opiniones.

Dice El País: «El Ministerio de Trabajo busca cómo anular un sindicato de prostitutas. Magdalena Valerio vivió una de las peores tardes de su larga carrera política el miércoles, cuando se enteró de que su ministerio, sin que ella lo supiera, había autorizado la constitución de un sindicato de prostitutas, algo que ella rechaza rotundamente».

Dice El Economista: «El oscuro negocio de la prostitución mueve en España 18.000 millones de euros al año. Cerca de 400.000 personas ejercen la prostitución. De ellas, 360.000 son mujeres. Los clubes de alterne de carretera son el mejor ejemplo. No hay negocio ilegal más visible en España. La prostitución -también de hombre- es el sector que más dinero negro mueve en la economía de nuestro país».

Dice el señor Google: «La prostitución es el oficio más viejo del mundo. En el Código Hammurabi, de hace 3.770 años, ya se regulaba el derecho a la herencia de las prostitutas. En la Biblia aparece el pasaje de la prostituta María Magdalena lavando los pies de Jesús, perfumándolos con esencias y secándoselos con sus cabellos».

Dice el Refranero Español: «En este mundo traidor, de folgar, nadie se escapa/ Folga el pobre y folga el rico/ folga el rey y folga el papa/ Folgan los emperadores de la China y el Japón/ movidos todos por la pasión».

Dice Youtube: «A este gobierno feminista parece que no le gusta la existencia de un sindicato para proteger los derechos de las mujeres y liberarlas de las mafias que las dominan. Los políticos, como siempre, quieren coartar nuestras libertades. Resulta una hipocresía suprimir un sindicato de trabajadoras del sexo que pueda defender sus derechos y obligaciones para tener derecho a la seguridad social y recibir una pensión».

Por su parte, mi prima Marta Pérez Borja, desde Brasil, recomienda la lectura de un artículo titulado La prostitución no es un trabajo, donde entre otras cosas dice: «Un sector de la izquierda no conceptualiza la prostitución como un proceso capitalista y patriarcal de privatización de los cuerpos de las mujeres? El primer argumento sin el que sería imposible entender la propuesta política abolicionista de la prostitución es que no toda actividad, a través de la que se obtiene beneficios, debe ser considerada un trabajo... La prostitución es una institución fundacional del patriarcado y hace legible una poderosa estructura social en la que los varones tienen una posición de poder y las mujeres una posición de subordinación?».

A lo largo de los tiempos muchas hermosas mujeres dedicadas al comercio carnal han estado presentes en las bellas artes. En la pintura recordamos los frescos de la ciudad de Pompeya y el cuadro de Pablo Picasso Las señoritas de Avignon. Abunda también su presencia en la literatura universal, como La puta respetuosa, de John Paul Sartre, y Las memorias de una ninfómana, de Norman Howart. En escultura recordemos la famosa obra de Kungu Missioni La meretriz, en el museo de Louvre de París. Y si hablamos de música, cómo no recordar La pavana para una cortesana, de Gustav Mahler.

Todas estas mujeres también han tenido diferentes nombres, desde prostitutas, putas, izas, hetarias, rabizas y colipoterras, barraganas, hasta meretrices y cortesanas. A mí este último es el que más me gusta porque encierra lo cortés, la cortesía, y sobre todo recuerda las cortes reales y papales, donde muchos reyes y papas tenían sus cortesanas. Como nuestro querido Rodrigo de Borja, el papa Alejandro VI. Así se pone de manifiesto en este cuadro titulado Bacanale, que emula el Baile de las Castañas.

Johannes Burckard, secretario personal de Alejandro VI, difundió por el Vaticano una carta anónima que desde Alemania recibió el Cardenal Silvio Savelli en la que se denunciaban las orgías, los crímenes y los incestos que presuntamente se cometían en la corte de «Anticristo».

Aquella carta anónima, apunta Mariangela Vilallonga, editora de la traducción al catalán del libro de Burkard, Liber notarum ab anno 1483 usque ad annum 1506, fue sin duda el origen de la leyenda negra del papa Borgia.

Según cuenta Burckard, Alejandro y su hijo, César, acostumbraban a organizar este curioso baile, al que se invitaban a los cardenales y amigos del Santo Padre. Se llenaba el suelo de castañas y sobre ellas bailaba un grupo de hermosas cortesanas. Según el relato de Burckard, «las mujeres danzaban y cogían las castañas con la boca y los pies. Después, los invitados, tras tomar una copa del Licor del Paraíso, elegían a la preferida para acostarse. Al papa y a su hijo César les gustaba mirar más que participar». Por lo que, según se desprende de las palabras de Burckard, tal actitud encierra no sólo la curiosidad como primer peldaño para el aprendizaje, sino la pasión por la contemplación de la belleza.