cuenta la leyenda que un importante bodeguero de un pueblo cercano a Gandia en su lecho de muerte reunió a sus hijos y les dijo: «Hijos míos, antes de irme os tengo que contar un secreto: de la uva también se hace vino», y expiró en paz.

No soy enólogo pero sí plagiador, actualmente muy de moda. «El vino es una bebida obtenida de la uva, mediante la fermentación alcohólica de su mosto o zumo. Se produce por la acción metabólica de levaduras que transforman los azucares del fruto en etanol (alcohol etílico) y el gas en forma de dióxido de carbono». Ni el famoso crítico americano Robert Parker Jr. lo hubiese explicado mejor.

En la zona de la Safor-Valldigna el vino de las grandes marcas no aparece hasta finales de los setenta. Excepto en hoteles como el Bayrén, el Avenida, la famosa marisquería As de Oros y poco más, degustar un Marqués de Murrieta o de Riscal (el de la malla) era misión imposible. Algún Paternina banda azul, el del chascarrillo de Alfonso Guerra con la Señera, tal vez sí. Entonces predominaba el granel en garrafas y en grandes botas de cuero que dos de las más importantes bodegas, Vicedo de Gandia y Pastor de Bellreguard, se encargaban de repartir por todos los bares de la comarca.

Llega el turismo, la construcción sigue imparable y empiezan abrir gran cantidad de establecimientos hosteleros. Aditivos suficientes para que los Riojanos desembarquen por nuestra comarca. La evolución del vino a nivel de marketing fue espectacular, y lo peor es que todo el mundo era y es experto sin tener ni puñetera idea. Para las bodegas, solo primaba la venta y asentarse en la zona del Mediterráneo.

No presumo de ser catador de vinos ni un Alejandro Fernández, pero si la elaboración cumple con los cánones establecidos, la uva es buena y el tiempo en barrica es el idóneo, el vino, sea de la zona que sea, no tiene por qué ser malo. Otra cosa es el bombo y platillo que sobre estos caldos dan los críticos en sus artículos, con manipuladas puntuaciones. Peñín en España y Parker a nivel mundial son dos de los más conocidos. Viven de eso, y muy bien por cierto. No me atrevo a decir que son un fraude pero casi?

En tiempos de bonanza monetaria, cuando acudías a un acreditado restaurante y una vez en la mesa, aparecía un camarero impecablemente vestido. Se le conocía como sumiller, hoy casi desaparecidos. Se identificaba por portar sobre su pecho una pequeña taza de plata colgada, el catavinos o tastevin. Su misión, «colocarte» el vino más caro relatándote simplezas sobre el maridaje y otras hierbas. Del vino se siguen diciendo muchas tonterías, y lo peor es que los consumidores seguimos creyéndolas. Y es que hay muchos enredadores que viven del cuento vinícola.

Hoy no hay bodega en España que no presuma de tener su medallita al mejor vino. Uno de los colectivos más mimados por las Administraciones es el vinícola, y no creo que sea, ni muchísimo menos, el que más trabajadores fijos emplea.

Para terminar, me gustaría transcribir lo que considero un auténtico disparate. La reseña sobre un verdejo blanco publicada por un diario de tirada nacional. Y dice así:

«Su color alimonado con reflejos dorados invita a descubrir este verdejo perteneciente a la Denominación de Origen Rueda. Es perfecto para disfrutar de su sabor con pescados y mariscos frescos cocinados en cualquiera de sus estilos, gracias a la suavidad y untuosidad que se deja percibir fácilmente en el paladar. La frutosidad al final de cada trago despierta recuerdos a hinojo y a hierba recién cortada con dejos a madera, haciendo de esta Amalivia un vino fresco y aromático. En nariz, la nariz que no falte, tiene una buena expresión, con aroma de fruta madura, frutas tropicales, lichis, peras maduras, notas de heno recién cortado, ralladura de limón y un punto de flor blanca. Presenta además un equilibrio perfecto y pese a tener ciertas gotas golosas, los amargos y la acidez sostienen la estructura del vino».

Me cuentan que el autor de esta tomadura de pelo fue ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Ramón y Cajal una semana después de su publicación. No creo que sea Peñín, lo vi el otro día paseando por la calle Mayor.