Excepto Asensio Llorca, que hace un año anunció que no repetiría como cabeza de lista a la alcaldía de Miramar, cargo en el que ha estado 28 años consecutivos, ninguno de los actuales alcaldes socialistas ha manifestado a la dirección del partido su voluntad de abandonar cuando finalice esta legislatura.

En esa lista se incluyen quienes han sido alcaldes durante la primera fase de la legislatura y cedieron el testigo a sus compañeros de Compromís en virtud de los pactos de Gobierno alcanzados por ambos partidos tras elecciones de 2015, que evitaron que muchos alcaldes del PP repitieran.

De hecho, el PSPV tiene la confianza de que la mayoría de ellos vuelva a situarse al frente de la lista, tratando de amortizar la gestión desarrollada en estos cuatro años, bien sea en solitario bien con sus socios de Compromís.

Víctor Escrivà en Beniarjó, Gustavo Mascarell en el Real de Gandia, José Tejada en Xeraco, David Ribas en Beniflà, Pablo Puig en la Font d'en Carròs, Voro Femenia en l'Alqueria de la Comtessa, Mari Trini Miñana en Palma de Gandia, Marcos García en Alfauir, Irene Furió en Rafelcofer, Loles Cardona en Benirredrà y Joan Marco en Bellreguard son fijos en el caso de que, desde ahora a la aprobación de las listas, no manifiesten su voluntad de retirarse.

Caso aparte es el de Villalonga. El «efecto Jorge Rodríguez», que la semana pasada generó una crisis entre el PSPV y el PSOE a cuenta de la intención del expresidente de la diputación para volver a ser candidado en Ontinyent, la ciudad de la que es alcalde, planea sobre este municipio de la Safor.

En las pasadas elecciones Enric Llorca, al frente de la candidatura del PSPV, consiguió, para sorpresa de muchos, una mayoría absoluta en Villalonga de la que apenas pudo disfrutar unas pocas semanas. Era la primera vez que los socialistas conseguían gobernar esta localidad sin necesidad de depender de terceros.

Esa alegría duró poco y dos concejalas de su grupo le retiraron la confianza apenas unas semanas después de tomar posesión del cargo. El enfrentamiento, que fue a más, acabó convirtiendo a las edilas en tránsfugas, situándose casi como líderes de la oposición a su jefe de filas en las elecciones.

Para el PSPV, más que ese enfrentamiento, el problema son las sentencias perdidas por Enric Llorca, especialmente por cuestiones relacionadas con el personal, que le han obligado a readmitir a un trabajador, por emitir un bando que atentó contra el honor de un vecino o por impedir que se debatiera una enmienda de Compromís a los presupuestos municipales de 2016. Entre finales de 2017 y principios de este 2018 el alcalde acumuló nada menos que cinco sentencias condenatorias.

Analizar la situación judicial

Fuentes consultadas por este periódico señalan que, ante la voluntad expresada por Llorca de repetir en la lista con el resto de los concejales del grupo socialista de Villalonga, se analizará con lupa su situación judicial, analizando todos los casos que estén abiertos en los tribunales. Solo entonces el PSPV decidirá si le permite aspirar nuevamente a la alcaldía o si opta por cambiar al candidato.

En otros municipios pequeños donde los socialistas no lograron gobernar, la intención es, en primer lugar, hablar con quienes formaron las listas.