Ninguna de las 13 personas que la noche del pasado jueves resultaron intoxicadas en la piscina climatizada municipal de Oliva ha requerido hospitalización. Los doce menores y la mujer adulta afectada regresaron a sus casas esa misma noche, una vez recibieron asistencia médica por irritaciones, dificultades respiratorias y algunos vómitos. Los dos más graves, en el hospital de Gandia.

Como ayer informó este periódico, el suceso, ocurrido poco después de las 8 de la noche, se debió a un exceso de cloro en el agua que generó una especie de nube tóxica. Inmediatamente los monitores de la piscina, que cuentan en su haber con cursos de actuaciones en caso de emergencias como esta, sacaron a todas las personas de agua y de la instalación en su conjunto.

Según explicó ayer el alcalde de Oliva, David González, una monitora detectó algunas burbujas de color amarillento que revelaron que algo raro estaba pasando. Efectivamente esas burbujas eran de cloro, y se vertieron en el vaso de la piscina ante un fallo en el sistema automático de control y dosificación de ese producto.

Ese aparato cuenta con un analizador que detecta los niveles de cloro en el agua y, cuando resulta necesario, inyecta el líquido para que el agua esté en óptimas condiciones de desinfección.

En la piscina municipal de Oliva este aparato es nuevo, dado que antes esta operación se realizaba de forma manual, pero un cambio en la normativa de este tipo de instalaciones aprobada por la Generalitat obligaba, en la nueva contrata, a aplicar el sistema automático, considerado más seguro.

Por la razón que sea, ese dosificador se averió y empezó a inyectar cloro sin control, y ahí es cuando se produjo el problema.

El ayuntamiento mantuvo cerrada la piscina durante todo el día, y según señala el alcalde, no reabrirá mientras los técnicos no garanticen la absoluta seguridad del sistema que falló.