El Ayuntamiento de Gandia ya es propietario de la ermita de Sant Vicent Ferrer, cuyo origen se remonta al siglo XV y que, situada junto a la carretera de Almoines, hace más de una década quedó encorsetada entre naves industriales. El edificio, además, se encuentra cerrado y en ruinas.

La ermita, una de las menos conocidas de Gandia, estaba vinculada a la parroquia de Sant Jaume de Almoines, y pasó a propiedad del Arzobispado de València, pero durante décadas permaneció en el más absoluto de los abandonos. Una larguísima negociación entre el consistorio de Gandia y responsables de la Iglesia han permitido cerrar una permuta para que el ayuntamiento asuma la titularidad y trata de aprovechar ese inmueble situado en su término.

El ayuntamiento asume que lo más urgente es acometer alguna actuación que al menos permita garantizar lo que queda de este viejo edificio. La titularidad pública, unido al hecho de ser un Bien de Relevancia Local, permitirá solicitar ayudas económicas a otras instituciones, fundamentalmente la Generalitat y la Diputació de València.

El cambio de titularidad se ha realizado mediante un proceso administrativo de permuta que ha incluido otros elementos. Por una parte, el ayuntamiento ha cedido al Arzobispado una parcela de 2.300 metros cuadrados, edificable y apta para construir una iglesia o cualquier otro edificio de uso público, situada en el sector de les Foies, entre el Grau y el cauce del río Serpis. Ese solar está valorado en 386.032 euros. A cambio el arzobispado entrega al ayuntamiento no solo la ermita de Sant Vicent. También los 207 metros cuadrados que forman la plaza situada delante de la ermita de Marxuquera, que fue objeto de un litigio judicial que se saldó en favor de la Iglesia, así como un solar de 353 metros cuadrados del sector de Santa Anna, correspondiente al lugar donde estaba el antiguo colegio Jesús Obrero.

Con Sant Vicent, Gandia suma patrimonio, pero también la responsabilidad de invertir dinero, y no poco, para garantizar su correcta conservación. Con esta ermita ya son dos las que requieren obras urgentes, dado que la de Martorell, también conseguida con una permuta hace más de diez años, espera un proyecto de restauración.