Mientras Lidia Ramos narra a este periódico en qué consiste este proyecto de sensibilización social de la Cruz Roja, se produce un bombardeo y, en ese momento, alumnos del instituto Antonio Navarro Santafé de Villena tienen que empezar a protegerse del horror, a huir precipitadamente y a asumir que son refugiados. A partir de ese acto asumen que no tienen otro remedio que salir de su país, con sus familias, incluyendo niños pequeños, con los puesto, sin un solo papel que acredite su identidad. Sin saber dónde pueden dormir la próxima noche o cuándo podrán volver a comer.

Eso sucedía ayer en el albergue Serra d'Ador, y, afortunadamente, no era una situación real, sino una de las actividades de la campaña de sensibilización que la Cruz Roja de la Comunitat Valenciana, con la colaboración de la Generalitat, está llevando a cabo en ese lugar de la comarca de la Safor.

La idea es que más de seiscientos de alumnos pertenecientes a 17 institutos valencianos pasen por ese trance, se pongan en la piel de quienes, en la vida real, se ven forzados a huir, desplazándose a veces de país en país por culpa de desastres naturales, forzados por situaciones de hambruna o para no ser víctimas de la guerra o de la vulneración de los derechos humanos.

Lidia Ramos, que visitó el «campamento de refugiados» con la directora de Cooperación y Solidaridad de la Generalitat, Antonia Moreno, el coordinador autonómico de Cruz Roja, Miguel Ángel Rodríguez, el presidente de Cruz Roja en Gandia, Toni Martí, y el alcalde de Ador, Joan Faus, señala que uno de los retos que han de cumplir los estudiantes es llegar a un país seguro que les acoja. Pero lo realmente importante, añade Ramos, es crear esa conciencia en favor de los millones de personas que tienen que padecer la situación en su vida real.

Entre las actividades figura ponerse en la piel de personas de Siria (país en guerra), Somalia (donde existen hambrunas y persecución) o Pakistán (que acaba de sufrir un terremoto). Y también experimentar la vida de un defensor de los derechos humanos en Afganistán, donde esa actividad supone un riesgo para su vida.

«Al vivir esa experiencia lo que pretendemos es que empaticen con la realidad, que sientan lo que sufren las familias que acaban convirtiéndose en refugiados o migrantes forzados», dice Ramos. Y, con ello, que los estudiantes acaben movilizándose en favor de la solidaridad y de los derechos humanos en todo el mundo, convirtiéndose en agentes de la paz. También que comprendan, viviéndolo en primera persona, lo que supone ser refugiado cuando, a diferencia de la experiencia que viven en Ador, no se trata de un simulacro.

La iniciativa se dirige al alumnado de Secundaria de la Comunitat Valenciana, un sector de la población que puede ver a diario las calamidades que cuentan los medios de comunicación sobre los migrantes y los refugiados y el rechazo, la intolerancia, e incluso la violencia de la que son víctimas.

La iniciativa de la Cruz Roja se enmarca en los principios fundamentales de esta entidad, una de las primeras en actuar para atender situaciones de este tipo, aun a costa de poner en riesgo la integridad de sus miembros.