El Molí del Pla, uno de los edificios históricos más importantes de Tavernes de la Valldigna, fue inaugurado en 2013 tras ser sometido a una rehabilitación integral. En aquella actuación se invirtieron 260.000 euros del Plan E, aquel programa que puso en marcha el Gobierno del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero para incentivar el empleo. Esa partida también incluía la recuperación de la ermita de Sant Llorenç de l'Alcudiola.

El objetivo era que el antiguo molino, que formó parte del patrimonio del monasterio de Santa Maria de la Valldigna de Simat, se convirtiera en un contenedor cultural. El acto de inauguración constó de un recital de poesía. Sin embargo, desde el Gobierno local de Tavernes pronto se dieron cuenta de las carencias que presentaba y la dificultad para cumplir con esa función. No hay ni agua ni electricidad, tampoco baños, por lo que cada vez que se organizara algo allí habría que alquilar un generador e instalar inodoros portátiles.

Justo por ello, cinco años después de su inauguración, el molino sigue cerrado y sin ningún uso. Y es que la falta de servicios no es nada fácil de suplir. El problema no es simplemente que el edificio no tiene los suministros dados de alta, sino que por los alrededores no existe la red adecuada para poder dotarlo de estas instalaciones. Esto, por tanto, obligaría a, por ejemplo, enviar un cable desde el casco urbano vallero hasta el camino del Pla, donde se encuentra el molino. Esta actuación, como explicaban fuentes consultadas por este periódico, tendrían un coste elevado que, por el momemento «no es una prioridad».

Además, según los planes del ayuntamiento, tampoco se le puede dar un uso turístico. Por su ubicación, en una zona rural alejada varios centenares de metros del casco urbano y en un punto donde prácticamente no hay ninguna otra infraestructura, no resulta un buen punto estratégico para promocionarlo turísticamente, ya que lo que haría sería alejar a los posible senderistas interesados en visitarlo del municipio y los negocios, algo que desde el departamento de Turismo no ven con buenos ojos.

En todo caso, aunque la edificación tiene cierto encanto por su historia y su interior guarda la estructura original de lo que fue el molino, no ofrece una visión de la maquinaria ni los utensilios de la época. Su principal atractivo es el aprovechamiento del ciclo del agua del Vaca para accionar el molino. Quedan pocas infraestructuras de este tipo en pie en la C. Valenciana.

Desde el Gobierno local, su concejal de Urbanismo, Josep Llàcer, explica que aunque no se pueda utilizar, el Molí del Pla «es patrimonio de Tavernes y era importante rehabilitarlo» para justificar la inversión. El edil recuerda que en esa misma situación está la ermita de Sant Llorenç de l'Alcudiola, que también se encuentra en desuso.

No se conoce con certeza la datación del Molí del Pla, aunque se cree que se levantó entre el final del siglo XVII y principios del XVIII. El edificio es un molino hidráulico que administraba el monasterio de Simat. Como muchos otros bienes seculares, pasa a subasta pública después de la desamortización de Medizábal.

El ayuntamiento lo adquirió para rehabilitarlo ya que su estado era de total abandono. Cuando se iniciaron las obras, en 2011, sufría un grave peligro de derrumbe. Compromís fue muy crítico con el anterior gobierno del PP ante esta situación.