La inexistencia de una buena red de transporte público comarcal, aparte de los problemas de movilidad que ocasiona a la población en general, podía estar provocando un grave perjuicio a los afectados de párkinson. Se trata de enfermos que paulatinamente ven reducida su motricidad a causa de un transtorno neuredegenerativo progresivo al que, de momento, no se ha encontrado cura pero sí medicación y terapias que frenan el avance y sus efectos.

Estas terapias «suponen el 50% del tratamiento, y la medicación el otro 50%», explica Mari Carmen Escrivá, presidenta de la Asociación Parkinson Gandia-Safor (APGS), «y somos los únicos en la comarca que las ofrecemos».

Sin embargo, la mayoría de los afectados no se beneficia de ellas, y solo 60 enfermos del cerca del millar de personas diagnosticadas en la Safor son socias de APGS y utilizan sus servicios. La presidenta de esta asociación cree que la falta de un buen sistema de transporte para este tipo de enfermos es una de las causas principales de que el 93,6 de los afectados de la comarca no acuda a las terapias que la entidad ofrece en su sede de Gandia.

«Al principio suelen venir ellos mismos en su coche, pero cuando la enfermedad avanza ya necesitan que les traigan», explica Escrivá. Y no todos pueden contar con la asistencia de un familiar que les traslade cuatro días por semana a la sede de APGS, situada en la calle Gregori Mayans, para seguir las terapias, ni todos pueden costearse un taxi con tal asiduidad. Por esta razón, la asociación está buscando la forma de contar con este servicio de transporte y se está reuniendo con responsables de diversas instituciones.

935 enfermos en la comarca

En la Safor hay diagnosticadas de párkinson 935 personas, según Escrivá, pero solo unas 60 son socias de APGS. Esto significa que solo el 6,4% de enfermos tiene acceso a las terapias que ofrece la entidad, como sesiones con fisioterapeutas, logopedas o psicólogos, que se complementan con talleres de memoria y concentración, comunicación o estimulación cognitiva. Estas actividades, que se realizan diariamente excepto los viernes, son necesarias para ralentizar la enfermedad. «Yo misma estuve dos años sin andar ni hablar», comenta la presidenta de APGS. «La medicación me ayudó pero las terapias son imprescindibles».

Por ello solicita una solución al transporte de los afectados, especialmente para aquellos vecinos de localidades que no cuentan con un buen servicio de autobuses con Gandia, que son casi todos. «Las actividades de nuestra sede las realizamos con ayudas y subvenciones y con las cuotas de nuestros socios, pero no nos da para mantener un vehículo para el desplazamiento de los enfermos», indica Escrivá. Según la presidenta de APGS, si se contara con un servicio de transporte, «muchos afectados que ahora no vienen podrían asociarse y beneficiarse de todos los servicios que ofrecemos».