Edgar Juan, un bombero de Gandia, y otros cuatro compañeros alpinistas, se toparon, casi de casualidad, con la aldea de Mareb, en plena cordillera del Toubkal, en Marruecos, cuando regresaban de una ascensión al que es el pico más alto de todo el norte de África. Tras un primer contacto con sus habitantes, uno de los aspectos que más le llamó la atención de este poblado, ubicado a 2.200 metros de altitud, fue el abandono que sufría el colegio. «No tenía ni electricidad ni agua. Teniendo en cuenta que se encuentra en medio de la cordillera, donde se hace de noche muy pronto, las horas de clase ya se puede imaginar que eran muy escasas», explicaba ayer el propio Juan. Aquella experiencia marcó a las personas que formaban la expedición, naturales de Gandia y Castelló de Rugat, lo que les llevó a fundar la ONG Sendes Solidàries. El proyecto, oficialmente, no fue una realidad hasta finales del 2007, pero sus miembros no esperaron a estar registrados como entidad y empezaron a trabajar antes. Ese año, con sus propios manos y una aportación de unos 700 euros que lograron a través de diferentes campañas, adecentaron la escuela. Instalaron suministro eléctrico y ventanas y adquirieron material escolar.

Hace tres años pusieron los cimientos para la construcción de una nueva escuela. Esto fue posible gracias a los fondos conseguidos con la venta de «El Mirall d'Àfrica», un libro infantil escrito por el propio Edgar Juan e ilustrado por la maestra gandiense Dolors Todolí. El cuento, dirigido a niñas y niños de entre 6 y 8 años, busca concienciar a los más pequeños de la necesidad de la cooperación para las zonas subdesarrolladas.

El dinero recaudado con su venta se destina a la adquisición del material necesario para la construcción del centro, de la que se encargan los propios aldeanos. «Nosotros no entregamos el dinero directamente, sino que les surtimos de los materiales que compramos bien allí en Marruecos o los llevamos desde aquí». Solo trabajan durante los meses de verano, ya que en invierno las bajas temperaturas impiden que se puedan llevar a cabo los trabajos.

Actualmente, el edificio ya muestra toda su estructura, el techo y los cerramientos exteriores, «algo que para nosotros era muy importante», señalaba Juan. «Falta la electricidad, el alisado de las paredes, la pintura, suministros, etc». El objetivo, señalaba, es que «el próximo mes de septiembre, cuando se inicie el nuevo curso, ya pueda estar en funcionamiento». Para ello, además del dinero recaudado con el libro, han puesto en marcha un proyecto de crowdfounding con el que quieren llegar a los 5.000 euros necesarios para acabar el proyecto.

El trabajo de Sendes Solidàries ya se nota. Cuando en 2006 la entidad tuvo el primer contacto con la aldea había apenas 70 niños y niñas escolarizados. Actualmente hay unos 120. Los fondos también han servido para adecentar las viviendas de los maestros. Y es que, además de las deficientes instalaciones, otro de los problemas con que se encontraban en el pueblo era que los docentes no querían dar clase allí. En primer lugar por el mal estado de las casas que les ofrecían y en segundo por el emplazamiento. Pues esto también ha cambiado. «Se ha pasado de cuatro maestros en 2007 a los ocho que hay ahora, siete que viven allí y uno que va y viene», explicaba el activista.

Mareb cuenta con 1.500 habitantes. Se dedican eminentemente a la agricultura y la ganadería. Antes de las remodelaciones, muchos de los niños trabajaban en las tierras porque «estaban mejor que en la escuela», señalaba Edgar Juan a Levante-EMV. «Ahora se ha invertido. Van al colegio porque realmente están mejor allí». El Ayuntamiento de Gandia, a través de las concejalías de Educación y Políticas con la Ciudadanía que dirigen Laura Morant y Nahuel González también han dado su apoyo a la iniciativa. El consistorio ha adquirido 400 libros que han sido repartidos en los centros escolares para que sea utilizado como material didáctico por parte del profesorado.