El conflicto que enfrenta al estado ucraniano con la independizada aunque no reconocida internacionalmente República Popular de Donetsk, afectó gravemente a Rosa y a su familia hasta el punto de motivar su huida. «¿Sabías que en Ucrania hay una Guerra? ¿A que eso no lo ves en los medios de comunicación?», pregunta José Manuel Fayos, uno de los psicólogos que atienden a los refugiados en la sede de Cruz Roja de Gandia. La disputa entre Rusia y Ucrania por la península de Crimea en 2014 sí que ocupó durante algunas semanas la atención de los medios, aunque parece que ya no es noticiable. Pero poco se sabe del enfrentamiento entre Ucrania y las repúblicas de Donetsk y Lugansk. «¡Y eso también es Europa!», advierte Rosa. Ahora, a salvo, teme la llegada de las Fallas porque aún relaciona el ruido de los petardos con las explosiones de las bombas. «Estoy tratando de reprogramar mi cerebro», comenta con cierta ironía.

Tampoco se sabe nada aquí de las guerras y conflictos del África subsahariana que empujan a miles de personas a buscar una vida mejor. Se critica la llegada diaria de pateras a nuestra costas, pero poco se hace por entender las causas. Es el caso de Ousmane, que pertenece a la etnia peul, que habita en varios estados africanos y es discriminada y menospreciada por todos. De los peul, considerados como uno de los pueblos nómadas más grande del planeta, hay noticias desde el siglo IX en el África subsahariana, aunque su origen no está claro. Tampoco debería importar su origen después de tantos siglos, pero «son tratados como extranjeros», informa Fayos.

Ousmane fue detenido en una manifestación en protesta por la muerte de varios miembros de su colectividad. «Mi familia tenía cuatro casas y tierras», asegura. Cuando murió su padre, y con su madre enferma, se puso al frente de la tienda familiar, hasta que le metieron en prisión y logró sobornar a un funcionario que le dejó escapar a cambio de quedarse con sus tierras.