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Gracias Diana

Gracias Diana

hace tiempo que quería escribir estas líneas. Creo que es el momento, antes que los fuegos artificiales de la precampaña y la campaña electoral no dejen ver ni oír nada más.

Y lo creo porque ha pasado el tiempo suficiente, 16 años desde que dejé la alcaldía, y puedo ser ecuánime y ver con la perspectiva que da el tiempo la realidad actual.

Adelanto que mi visión esta velada por el cariño, el respeto y la gratitud que siento por ese grupo de personas jóvenes, comprometidas y honradas, lideradas por nuestra alcaldesa, Diana Morant, que hoy están al frente de nuestro Ayuntamiento.

Compañeros que fueron capaces de dar un paso al frente en un momento difícil, sin nada que ganar y mucho que perder: su tranquilidad, su vida familiar, su prestigio, su anonimato.

Los conozco desde hace casi doce años, llenos de ilusión, osadía y compromiso, dispuestos a comerse el mundo. Entre ellos destacaba, sin proponérselo, una mujer muy joven, que desde el primer momento supe que era una líder.

Hablar de Diana Morant, nuestra alcaldesa, a mí me resulta fácil, porque quizá yo sea de las pocas personas que la puedan entender.

También he sido joven y comprometida con los valores del socialismo y también he luchado contra las desigualdades y las injusticias. He sido alcaldesa de esta ciudad, y sé lo que significa la incomprensión y la soledad en la toma de decisiones.

Por eso valoro tanto que en un momento donde la Política, con mayúscula, está en sus horas bajas, que una joven ingeniera, con trabajo y una vida profesional resuelta, lo dejara todo para entrar en el mundo difícil e incomprendido de la política actual. Me pareció un regalo su generosidad, su entrega, su compromiso.

Siempre ha habido un hilo invisible que nos ha unido.

Sin hablar, sabía lo que sentía. Rebeldía por las injusticias, querer cambiar el mundo, curiosidad por todo, ganas de aprender y de trabajar, no por un salario, sino por algo más sutil, intangible y único. Por dar lo mejor de ella misma para lograr que otros sean felices. Así veía y sigo viendo a Diana.

El día que la nombraron alcaldesa yo estaba allí, a su lado. En sus ojos vi la alegría del momento y también la preocupación de la responsabilidad que asumía.

Gandia iba a ser intervenida por el Ministerio de Hacienda, por las elevadísimas deudas. Los cuatro años anteriores, oscuros, tenebrosos, nos llevaron a ser una ciudad que había olvidado sus esencias: la cultura, la educación, el comercio, el turismo, los servicios. Habíamos dejado de ser la Gandia cosmopolita de los Borja, para ser la vulgar Gandia de gladiadores y fiestas chabacanas bajo la lamentable marca de «Gandia Shore».

Revertir todo eso no era tarea fácil. Mi impresión en aquel momento de alegría era? ¿Podrán conseguirlo? ¿Podrán?

Hoy, cuatro años después y justo antes de la presentación, este domingo, de la candidatura de Diana a la alcaldía, tengo la respuesta. Sí, lo consiguieron. Lo conseguiste Diana. Lo más importante, a mi modo de ver, no es que paguemos a los proveedores regularmente y a tiempo, que nuestra deuda esté dentro de unos parámetros más razonables -que todo eso está muy bien- pero lo que de verdad es importante es que hoy Gandia apuesta por la cultura, la educación, las nuevas tecnologías, la innovación. Gandia quiere un futuro de oportunidades, ser una ciudad amable y respetuosa con su medio ambiente, solidaria con los más desfavorecidos, abierta al mundo, multicultural.

¡Lo habéis conseguido! Cuatro años después, decir ¡soy de Gandia! nos vuelve a llenar de orgullo.

Gracias Diana.

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