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La primera presidenta de una falla de Gandia

Lourdes Lledó «inventó» un traje de presidenta con chaqueta negra como la de los hombres, camisa blanca y fajín rojo pero con falda

Primer acto oficial de Lourdes como presidenta. levante-emv

Hasta mediados del siglo XX, algunas de las fallas de la ciudad de Gandia se dividían en la Comissió d'Homes y la Comissió de Dones. Las dos tenían presidente. La del primero gestionaba la entidad en su conjunto, nombraba a la Ejecutiva, formada en su totalidad por hombres, y, en definitiva, era el encargado de tomar las decisiones sobre el futuro de la asociación. La de las mujeres era totalmente simbólica. No tenía ningún peso en la gestión, sino que era una especie de «líder» de combois falleros sin ningún tipo de función ejecutiva. Hasta 1996, las fallas de Gandia no habían tenido a una mujer como presidenta.

No fue nada esperado, ni siquiera estaba premeditado, pero ese ejercicio, de sopetón, se puso punto y final a una división que no tenía ningún sentido más allá de la inercia heredada de otros tiempos: Para entonces, una mujer ya había hecho añicos la barrera que les impedía acceder a la Ejecutiva de la Junta Local Fallera pero aún faltaba por dar un paso más.

Lourdes Lledó. Ese es el nombre de la mujer que, sin saberlo, abría una nueva etapa en las fallas de Gandia, aquella en la que ellas han demostrado que pueden desempeñar el mismo papel que cualquier hombre en el seno de una comisión. Pertenecía a la República Argentina, una entidad que siempre ha destacado por ser pionera. No en vano, este año, el del 50 aniversario de fundación, tiene a la primera presienta Reina de Falla de la historia de la ciudad.

«Recuerdo que estábamos en la reunión de fin de ejercicio y el presidente anunciaba que no seguía. Allí se preguntó quién quería sustituirle y nadie contestaba. Yo pedí la palabra y pregunté si podía ser yo. Me dijeron que no había ningún problema, así que me acabé presentando y fui elegida presidenta». Lo narra la propia Lourdes Lledó. Era el mes de mayo del año 1995. «Fue 'pensat i fet', porque yo nunca me había planteado se presidenta», explica.

Estuvo al frente de la comisión durante dos ejercicios en los cuales reconoce que «siempre me trataron todos muy bien».

Tanto por el resto de comisiones como por parte de la Federació de Falles su presidencia fue «muy bien acogida» y asegura que «nunca tuve ningún problema con nadie». De hecho, el entonces presidente de la Junta Local, Tomás Femenia, «me ayudó mucho, para mí fue un referente».

Formó una ejecutiva mixta, con delegaciones tanto para hombres como para mujeres. «En eso también fuimos pioneros», indica orgullosa y consciente de que dio un paso muy importante para la integración de la mujer en la gestión de la fiesta.

Tanto fue así que al año siguiente, Amparo Brotons, una histórica fallera de la ciudad, asumía el cargo de presidenta de la comisión de Corea. Años después, en 2007, la misma Brotons se convertía en la primera mujer en pronunciar el pregón de las Fallas de Gandia.

El problema de la indumentaria

Pese a la buena acogida en general, hubo dos cuestiones que le generaron quebraderos de cabeza. El primero la indumentaria. Gandia no contaba con ningún antecedente de una mujer presidenta, por lo que surgieron dudas sobre cómo debía ir vestida. El debate se instaló en si podía restar protagonismo a la Reina de la Falla cuando fuera junto a ella en los pasacalles con el traje de valenciana. De hecho, llegó a tener problemas porque familiares de una de las reinas no lo aceptaban, aunque «yo desfilaba un poco más atrás que la Reina de la Falla». Explica que «yo fui a preguntar a Tomàs Femenia y también a Pasqual Molina, otro referente para mí en las fallas, y me lo dijeron claro: '¿Tú eres fallera? pues debes ir vestida de fallera'», indica.

Pese a ello, Lourdes «inventó» una indumentaria de presidenta. Constaba de la típica chaqueta negra que lucían los hombres, una camisa blanca y el fajín rojo de presidente, pero, en vez de llevar pantalones, lucía una falda. «Durante las fiestas, por la mañana me ponía esa indumentaria más cómoda y de tarde ya me vestía de fallera para los actos», aseguraba.

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