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paseo doctor gómez ferrer

El edificio de la familia Ribes.

en la década de los 50 del pasado siglo, el tramo del paseo comprendido entre la calle de San Rafael y la vía del tren de Alcoy, se llamaba paseo del Doctor Gómez Ferrer. Don Ramón Gómez Ferrer (1862-1924), natural de Mora de Rubielos y abuelo del notario de Gandia don Rafael Gómez Ferrer Sapiña, fue un eminente médico que durante 36 años ocupó la cátedra de pediatría de la Facultad de Medicina de Valencia.

Veamos quiénes eran los afortunados ciudadanos que vivían en aquel delicioso paseo, lleno de sol, donde el pitido y el humo de un pequeño tren marcaba el lento transcurrir del tiempo. Entrando desde la calle San Rafael por la acera de la derecha, estaba el Grupo Escolar Cervantes, que antaño fue el colegio de las Madres Ursulinas. «Qué buenas son las hermanas Ursulinas, qué buenas son, que nos llevan de excursión».

En la casa contigua vivía don Humberto Koninckx, exportador de naranjas de origen belga, con su esposa Carmen Bataller y sus hijos Pepe, Carmen, Humberto y Juan, condiscípulo en los Escolapios, que trajo de Bélgica los primeros chicles hinchables.

La fábrica y laboratorio de don Francisco Ferrairó, un hombre risueño y bien humorado, gran amigo de mi padre que, entre alambiques y matraces, junto a César García, su hombre de confianza, elaboraba exóticas esencias, perfumes, y hasta concentrados de naranja en polvo.

El siguiente edificio de planta baja y tres pisos era propiedad de don Vicente Palmer Ripoll, exportador y alcalde de Gandia. En el primer piso vivía su hija Ángeles casada con Antonio Viña; en el tercero, Pura, casada con el alemán Guillermo Winson, y en el segundo su hijo Vicente, casado con Berta Pascual, padres de Ciro, Renato y Mauro. Todavía recuerdo el magnífico mural que pintó en el salón de su casa Wolgang Natusch. Y no puedo olvidar el cuarto trastero de la planta baja donde Vicente tenía su cuarto oscuro, y aprendí los secretos de la fotografía.

Haciendo esquina con la vía del tren se levantaba el precioso chalet de doña Clementina Espinos. Posteriormente lo compró un rico solterón que, ante la posibilidad de que fuese declarado edificio singular, lo derribó en una noche.

Entrando ahora al paseo por la acera de la izquierda, la casa de doña Gloria Morell, profesora de piano, que interpretaba el Réquiem de Fauré en memoria de su esposo, el médico don Fernando Pérez, fusilado al acabar la Guerra Incivil por sus ideas republicanas.

Siguiendo se encontraba la casa del fotógrafo don Pedro Laporta Buch, casado con doña Genoveva Espí y sus hijos Amparo, Alicia y Pedro, continuador de la tradición fotográfica.

Está domicilio donde vivió, con su esposa y su hija Alicia, el administrador de la aduana del puerto don José Blanch Iruretagoyena, físicamente parecido a Franco.

La casa de doña Anita Román y don Manuel Ripoll, hijo del general Ripoll y padres de María Francisca, José Antonio y Rafa, que fue concejal y se casó con mi amiga Mari Feli Ventura, padres de Carla Ripoll.

Venía a continuación una gran finca de la familia Ribes, en cuya parte posterior se ubicaba su fábrica de hielo. En aquel edificio de varios pisos tenía la consulta y vivienda el doctor don Vicente Deltoro y su mujer Angelina, padres de Ángel, Vicente, María Rosa y Angelines. La notaría y la vivienda de don Juan Rincón y su esposa doña Lola Olivares, padres de Juan, María Eufemia, Javier y Pilar. Don Juan tenía una leve cojera y usaba un bastón de puño de plata, más por elegancia que por necesidad. También vivía en aquel edificio el señor Gordejuela, recaudador de contribuciones, cuyas hijas estaban de muy buen ver. La familia Pérez Sjöblom, que tenían almacén de maderas. El abogado y fotógrafo Manuel Martínez Ribes con tienda en la calle Mayor.

Junto al edificio de Eduardo y Pepe Ribes estaba el chalet del ginecólogo don Francisco Fuster y su esposa Mari Paz Maguregui. Como le sucedió a doña Gloria, la profesora de piano, también el doctor Fuster sufrió los efectos de la maldita guerra. Su padre y su hermano José fueron asesinados al comienzo de la guerra por sus ideas conservadoras.

Y haciendo esquina con la vía del tren, el chalet de Gloria Morant, casada con Juan Lorente, alcalde de Gandia.

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