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La felicidad en la vida y la muerte feliz

Sepan los lectores que, aunque no estén de acuerdo con mis ideas, yo respeto las suyas porque no pretendo adoctrinar ni convencer a nadie. Escribo por puro placer y mi único deseo es que el lector se lo pase bien y, si, además, despierto en él una sonrisa, me consideraré un hombre feliz.

A lo largo de todos los tiempos, las religiones y la política, con la promesa de salvarnos y darnos una vida mejor, intentan influir en nuestro pensamiento, un espacio íntimo y privado que el hombre libre desea mantener al margen de cualquier influencia.

Martín Lutero y Juan Calvino reivindicaron que la única autoridad religiosa o política debía ser la propia conciencia, oponiéndose a que religiosos y políticos pudieran imponer consignas a los hombres libres. Definieron al librepensador como una persona que forma sus opiniones y es dueña de sus propias decisiones, independientemente de la institución religiosa o política a la que pertenezca.

Hace más de 2000 años, Aristóteles decía que sólo quien logra superar sus miedos será un hombre libre. Y en el siglo XVIII Voltaire aseguraba que el hombre puede ser libre siempre que esté dispuesto a asumir las dificultades que implica la libertad.

La felicidad y la muerte son dos conceptos clave que, aunque parecen antagónicos, se complementan perfectamente. Y son tan importantes para nuestra vida que, tanto el poder religioso como el político, se obstinan en controlarlos por todos los medios.

Cuando se habla de cuál es el sentido de la vida, convendría preguntarse qué sentido tiene la vida para esos millones de niños que mueren de hambre o por enfermedad. ¿No les parece absurdo? Pienso que Dios, en su infinita bondad y sabiduría, pudo crear un mundo sin guerras, injusticias ni enfermedades, donde los seres humanos vivieran felices. Pero, dado que no ha sido así, llego a la conclusión que la vida es un sinsentido, fuera de toda lógica, que sólo puede tomarse con sentido del humor. Y nada mejor que la filosofía de Epicuro para poder transitar por este «valle de lágrimas» con cierta sofrosine que, en un individuo libre y bien equilibrado, conduce a la moderación, a evitar las discusiones, a la prudencia, la autoestima y la felicidad.

Epicuro nos dice que la vida debe ser la búsqueda de la felicidad, y para ello nos aconseja el «carpe diem»: Vivir plenamente cada día como si fuera el último, porque ni el ayer ni el mañana existen, sólo el hoy y el ahora.

También para alcanzar la felicidad debemos eliminar los pensamientos negativos y aceptar sólo los pensamientos positivos. No olvidemos que el poder de la mente es la mejor herramienta para disfrutar de la paz interior. Además de vuestro psiquiatra o psicólogo de cabecera, podéis ver en YouTube las grabaciones del doctor Ángel Escudero (noesoterapia). Del doctor Enrique Rojas y de la psiquiatra Marian Rojas.

El final inevitable de la vida es la muerte. Como dice Jorge Manrique, «Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / allí van los señoríos / pobres e ricos / a se acabar». Pero pese a la mala prensa que tiene la dama de la guadaña, no hay que temerla, porque cuando tú estás, no está la muerte y, cuando está la muerte, tú no estás.

El principal problema de la muerte radica en que tanto el poder religioso como el poder político se obstinan en negarnos la libertad de disponer de nuestra propia vida, cuando y como queramos. Aduce la religión que la vida es un don de Dios del que sólo él puede disponer. Es una opinión muy respetable, pero en realidad mucha gente piensa que la vida es simplemente el resultado de la unión casual de un espermatozoide y un óvulo, y se puede disponer de ella como y cuando mejor le parezca a cada uno.

Lo más importante de la vida para muchas personas es poder elegir el momento adecuado para ponerle fin y dormir un sueño profundo en un perfecto estado de paz y felicidad. Como dice la Iglesia RIP (Requiescat in pace) Descanse en paz. Para ello, bastaría una simple «pastilla» tomada en amor y compañía con la familia y evitar así los desagradables efectos de los 3.650 suicidios violentos que se producen anualmente en España.

De todo lo relacionado con la muerte, además de hacer el Testamento Vital, se debería hablar con absoluta normalidad entre familiares y amigos, para que quedara constancia de quienes no desean seguir viviendo en determinadas condiciones y quieren que se les ayude a tomar «la pastilla». En pocas palabras: Despenalizar la eutanasia, que no significa abrir la veda para matar ancianos, sino ayudar a quien lo pida.

No he logrado comprender nunca por qué se mantienen a tantos miles de personas en estado vegetativo. Estoy seguro de que, si se les preguntara si quieren dormirse tranquilamente y descansar de una vez, la gran mayoría de ellos contestaría que sí. El derecho a ayudar a bien morir, relajado y tranquilo, todavía está penado por las leyes, lo que supone el mayor ataque a la libertad de las personas.

El filósofo Salvador Paniker fundador del DMD (Derecho a Morir Dignamente) dice «que nuestra cultura reprime la muerte, y nuestra sociedad evita hablar de ella y de cómo se muere y, sobre todo, de la angustia que lleva aparejada todo este proceso de morir con sufrimiento. Sin embargo, cuando uno ya está muerto, nuestra sociedad hipócrita y timorata se recrea en los entierros convirtiéndolos en un gran acontecimiento social».

El doctor Fernando Marín, presidente de DMD, ha dicho: «Entendemos que la disponibilidad de la propia vida es un derecho más allá de la enfermedad de las personas, si el enfermo tiene plenas facultades y quiere morir, ¿por qué debe hacerlo de forma clandestina o en soledad? Es mejor que se le ofrezca la posibilidad de hacerlo con todas las garantías».

En resumen, pienso que la vida sólo merece vivirse cuando se puede disfrutar de ella. Todos deberíamos poder terminar nuestra actuación en este Gran Teatro del Mundo, y hacer mutis por el foro cuando lo creyéramos conveniente.

Para hablar de la vida y de la muerte el próximo día 9 de abril, a las 19.30 horas, en la Casa de la Marquesa, el doctor Alfredo Cortell, Presidente de la Asociación de Pensionistas y Jubilados de la Safor, ha organizado una conferencia titulada «Calidad de Vida y Muerte Digna». La impartirán la doctora Gemma Amer, del Servicio de Atención Domiciliaria, y el abogado Joan Sapena.

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