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Llegó la hora de Bairén

Gandia invertirá 700.000 euros en la excavación arqueológica y restauración parcial del castillo que dio origen a la ciudad

El conjunto está compuesto por el castillo, la alcazaba o fortaleza y la villa, en la falda. A la derecha, arco de medio punto. levante-emv / natxo francés

El Ayuntamiento de Gandia invertirá 700.000 euros en prospecciones arqueológicas y rehabilitaciones estructurales urgentes en el Castillo de Bairén, donde se sitúan los orígenes de la ciudad. Es la primera vez en los últimos 20 años que se contempla una intervención de envergadura en el monumento, a excepción de actuaciones menores como el acondicionamiento de sendas, desbroces de vegetación invasiva o la iluminación exterior de un lienzo de muralla, en 2012, no exenta de polémica por su utilidad y coste.

La Unión Europea aporta 400.000 euros a través de Fondos Feder, y el resto lo completan aportaciones del ayuntamiento y la Generalitat. El proyecto quedará para la siguiente legislatura pero ya está tramitado, por lo que no hay riesgo de que se paralice. La intención es consolidar y restaurar parte de los restos, habilitar un centro de interpretación, recuperar la vegetación e integrarlo en los circuitos turísticos. Esta primera fase tendrá una duración de nueve meses. Para una etapa posterior se deja la idea de conectar el entorno con la playa a través de una pasarela peatonal que salve la carretera N-332.

Aunque ya se anunció el pasado mes de enero en Fitur, las principales líneas de esta intervención se presentaron el jueves pasado en un acto en el Palau Ducal, donde también se inauguró una exposición fotográfica. El arquitecto municipal, Fernando Mut, hizo una introducción y le siguieron las conferencias de los arquitectos Rafael Soler y Antonio Almagro. Al acto acudió la alcaldesa, Diana Morant, y representantes de los grupos políticos municipales. Para abordar esta iniciativa se ha formado un equipo multidisciplinar con Josep A. Gisbert (arqueólogo de Dénia), Pablo Rodríguez-Navarro y Teresa Gil (Instituto de Restauración del Patrimonio de la UPV), Rafael y Alba Soler (arquitectos), y el botánico Benjamí Pérez, entre otros.

Sólo el estudio previo para diagnosticar su estado ya supone un avance significativo respecto de la bibliografía científica, porque se han utilizado las últimas técnicas, como cartografía digital de altísima resolución que casi permite analizar piedra a piedra, o fotografías con drones, que han dado una nueva perspectiva al conjunto.

Bairén, situado sobre un promontorio a escasos kilómetros de la costa gandiense, todavía puede deparar muchas sorpresas. No era sólamente un castillo, sino una población fortificada como se deduce por las murallas que se conservan en las faldas de la montaña.

Conserva importantes restos de lo que fue la alcazaba islámica, y de época cristiana destacan sus torres, tapias diversas y una puerta con arco de medio punto.

Con las excavaciones previstas los arqueólogos quieren saber si en Bairén, como se sospecha, hubo una población estable en la época andalusí, es decir, una medina emergente. Hay más evidencias tras la conquista cristiana, ya que están los restos de la muralla de la villa, pero hasta la fecha no se ha localizado ningún caserío civil.

Y desde el punto de vista arquitectónico lo urgente es consolidar las estructuras que presentan mayor riesgo de derrumbe, como el muro más alto de la cara norte. Además, según explica la arquitecta encargada, Alba Soler, se sellarán fisuras con mortero de cal fluido coloreado con pigmentos naturales, se repondrán mamposterías y muros desmochados, «y daremos continuidad al albacar y a la alcazaba para que puedan leerse ambos como una unidad».

Por otra parte, no se abrirán más sendas, pero si se acondicionarán los accesos con plataformas de madera que sean reversibles ante hipotéticas excavaciones futuras, con un criterio parecido al del Mirador del Serpis, en el centro de la ciudad, donde se ha intervenido sobre la muralla.

El castillo de Bairén (también conocido como de Sant Joan por la ermita que se instaló allí en el siglo XIV) ha sufrido durante muchos años el desinterés de las administraciones públicas e incluso de los propios gandienses. Quizá en ello también ha tenido que ver su ubicación alejada del núcleo urbano, o los intereses de una ciudad más pendiente del comercio y del turismo que de su patrimonio artístico.

«Bairén es una arquitectura herida por el tiempo, es como un navío expuesto a una tormenta en alta mar», se lamenta Rafael Soler. Coincide con él Josep A. Gisbert: «Bairén pedía a gritos una restauración». Es el lugar simbólico y milenario donde las diversas civilizaciones han ido estratificándose. Su valor arqueológico se conoce desde principios del siglo XX, de hecho en una cueva de la parte baja se hallaron puntas de flecha de sílex y fragmentos cerámicos iberos, como recoge la «Carta Arqueológica de la Safor».

Pero las últimas excavaciones de calado fueron en 1995, al poco de que pasara a propiedad municipal, por medio de la «Casa d'Oficis», dirigida por Joaquín Muñoz. Desde entonces ha habido mucha divulgación, pero pocos trabajos.

Durante esta legislatura se ha mejorado y señalizado la senda y se ha diseñado una ruta que nace en el parque de Sant Pere (disponible en la «web» de «Sendes Urbanes»), con una distancia de 2,5 km y una duración de dos horas.

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