Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

CARLA RIPOLL COMO CATAPLASMA

Víctor Soler y Carla Ripoll, el miércoles de esta semana .

S e ha vendido informativamente el «regreso» de Carla Ripoll al PP local como un acontecimiento político de importancia cuando en la escenificación de su «vuelta» solo ha demostrado una irresponsabilidad idéntica a la que siguen manteniendo Torró y sus herederos políticos. El caso es relevante solo como síntoma de que la derecha valenciana (sucursalista, acrítica y siempre próxima a posiciones reaccionarias) ni se ha regenerado ni piensa hacerlo tampoco en Gandia porque su idea de la ejemplaridad pública es inexistente. Que todo eso, tan dudosamente presentable, se quiera hacer pasar como una noticia de interés para la ciudadanía o que podría beneficiar en el futuro a las instituciones resulta simplemente ridículo.

Si el problema de la baja calidad de la democracia española reside, como ha dicho Adela Cortina, en los ínfimos discursos de una parte de su clase política, aquí tenemos un ejemplo de manual. La supuesta «vuelta» de Ripoll es una tergiversación marca de la casa, porque ¿adónde se había ido Ripoll? ¿A Katmandú? ¿O se había infiltrado en el partido de los Anticapitalistas en misiones redentoras?

Que se sepa seguía militando en el PP y sus diferencias con Torró, o con algunos compañeros de partido, no pasaban de ser una cuestión interna, un chisme orgánico sin ningún interés para los votantes. En cambio, lo que sí es de interés general son los inquietantes coqueteos de Ripoll con Vox, como lo es su atronador silencio sobre los 140 millones de deuda dejados por Torró y sus subordinados, entre ellos Víctor Soler, a los gandienses.

Si Carla Ripoll no ha dicho ni media palabra sobre la colosal deuda económica generada por su partido, tampoco se ha dignado mencionar la situación de Víctor Soler en relación con el caso Púnica, fingiendo, como el candidato a la alcaldía, que es un problema inexistente, o que en todo caso haríamos bien en olvidar porque, como sabemos, el PP no es partidario de la memoria histórica sino de la amnesia pletórica.

Pero si la supuesta «vuelta» de Ripoll a su partido ni es «vuelta» ni tiene interés más que como aval a la desfachatez política de una formación totalmente desacreditada, merece la pena recordar las condiciones que Ripoll ha impuesto al PP local en su acuerdo con el antiguo «delfín» de Torró, pues muestran una idea de la política realmente curiosa.

Ripoll «regresará» como asesora de Soler solo en el caso de que éste logre la alcaldía. Si Soler fracasa, hará mutis por el foro. Es la primera vez, desde las elecciones municipales de 1979, que un partido presenta a un hipotético cargo de confianza como un activo que debemos saludar con entusiasmo.

Esto, ¿en qué beneficia a los ciudadanos? No se ve el provecho, y menos aún cuando la experiencia de Ripoll en gestiones de gobierno no puede compararse ni remotamente a la de sus adversarios políticos del PSPV y Més Gandia, que le llevan cuatro años de ventaja y de eficacia.

El PP ha tenido todo un mandato para refundarse y asumir responsabilidades, pero si no lo ha hecho, nadie, en ese partido, debería esperar ser premiado por ello.

Al aceptar ser la cataplasma de Soler, Carla Ripoll ha asumido la lógica política de Torró. Y si eso es lo único que puede ofrecer el PP local a los gandienses, más de lo mismo, entonces no le hace falta una refundación o un líder que merezca ese nombre. Le hace falta un milagro.

Compartir el artículo

stats