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El alud que congeló Gandia

En abril de 1979 un desprendimiento de nieve en Gredos sepultó a seis montañeros gandienses

Detalle de la placa. provi martínez

Se fueron a practicar alpinismo a la sierra de Gredos aprovechando las vacaciones de la Semana Santa y ya no regresaron con vida. Seis jóvenes gandienses -Maite, su novio Pep, Carlos, Ignacio, y los hermanos Juanjo y Ximo- encontraron la muerte la madrugada de un 14 de abril de 1979, sábado, en Los Galayos, un paraje rocoso en la provincia de Ávila, sepultados por un alud que les sobrevino mientras dormían acampados en una estrecha garganta de La Apretura, a dos mil metros de altitud.

hasta la fecha es la mayor tragedia de la Sierra de Gredos y una de las peores del montañismo español. En Gandia fue una verdadera conmoción, no sólo por tratarse de personas muy jóvenes, con edades comprendidas entre los 18 y los 23 años, sino porque pertenecían a familias muy conocidas de la ciudad.

Los jóvenes, todos ellos miembros del Centre Excursionista de Gandia y experimentados montañeros, partieron hacia la sierra abulense un Jueves Santo y pensaban regresar el Lunes de Pascua, aprovechando que es festivo en la Comunitat Valenciana.

Su propósito era coronar la cima de La Mira, a 2.343 metros de altitud, pero, al parecer, cuando les faltaba medio camino les sorprendió una fuerte ventisca y al no poder avanzar decidieron acampar, pernoctar y retomar la escalada al día siguiente. Tras el alud, que provocó el aumento de las temperaturas, la muerte les sobrevino por el impacto de toneladas de nieve y rocas, mientras se encontraban metidos en sus sacos de dormir, y dentro de las dos tiendas de campaña.

Según un informe que elaboró después la Federación Castellana de Montañismo, se calcula que ambos aludes, en una zona con fuerte desnivel, recorrieron una distancia de 1,6 km y desprendieron 30.000 toneladas métricas de nieve. Para colmo, se trataba de un fenómeno tan inusual en ese paraje que no recordaban ni los más viejos del lugar.

Cuando el martes los familiares avisaron de que los jóvenes no habían regresado a Gandia, se descubrió que en el aparcamiento del Nogal del Barranco, punto de partida de las rutas senderistas, había dos coches, un SIMCA 1.200 y un SEAT 127, en los que habían llegado los gandienses.

En el operativo de rescate participaron montañeros de toda España, agentes de la Guardia Civil, y la Unidad Alpina de la Cruz Roja, entre otros. La base estaba en el pequeño municipio de Guisando, donde también se alojaron los familiares, en un hostal, esperando cada día las novedades que les transmitían los agentes.

Los voluntarios se concentraban cada día a las 7 de la mañana y sobre un terreno acotado iban pinchando la nieve con palos y barras de acero. No existía entonces ni GPS ni dispositivos móviles para comunicarse, sólo los «walki-talki» que alcanzaban a lo sumo cuatro o cinco kilómetros. Tampoco los servicios de rescate contaban con medios tan avanzados como ahora, aunque no se escatimó en gastos ni en profesionales experimentados de primer nivel.

Durante esos nueve días de angustia toda Gandia estuvo pendiente de lo que pasaba en Gredos a través de los medios de comunicación. Lo primero que se encontró, el viernes 20, fue el macuto de Maite. El sábado 21 se descubrió el cadáver del madrileño Esteban Altieri, y el domingo 22 los de los gandienses.

El Ayuntamiento de Gandia decretó luto oficial. El entierro, multitudinario, fue el 23 de abril, festividad de Sant Vicent Ferrer. La capilla ardiente se instaló en el Palau Ducal y la misa fue en la Colegiata. En el traslado posterior al cementerio estuvieron acompañados por millares de personas.

Poco después, los padres de los jóvenes gandienses, en una carta de agradecimiento remitida a un medio de comunicación, escribieron: «¿Quienes intervinieron (en el rescate)? Con su esfuerzo mental, todos los españoles que de ello tenían noticia, con su esfuerzo físico, cuantos allí estuvieron presentes, y vinieron de todas partes de España. (...) Baste con decir que, cuando agradecidos, le preguntábamos a alguien quién era y de dónde venía, respondía simplemente un montañero, y sin más palabras tomaba el camino de Las Apreturas, donde yacían sepultados nuestros seis hijos».

Y concluyen: «Nuestra tragedia se ha desarrollado en un ambiente de tal humanidad que juntamos las lágrimas de dolor por nuestros hijos con las de agradecimiento para todos».

Tres meses después del siniestro, en junio de 1979, familiares y miembros del Centre Excursionista volvieron a Gredos, esta vez para rendir un homenaje a sus seres queridos. Con ayuda de varios montañeros colocaron sobre la roca una placa en la zona del siniestro, con la leyenda El Centre Excursionista de Gandia a, los nombres de los fallecidos, y una cruz con la fecha de la defunción.

Y con motivo del primer aniversario de la tragedia también hubo recordatorios. En el antiguo Cine Goya se proyectó un documental elaborado por el Centre Excursionista de Terrassa, del que era socio Pep Camarena, sobre una ascensión al Himalaya en la que él había participado, una pieza audiovisual que también se exhibió en otras localidades cercanas en los meses sucesivos.

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