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Hallan en Marsella el rastro del retablo de la Seu que se creía quemado en la Guerra Civil

Un documento enviado al «gobierno» de Franco en plena contienda revela que la valiosa obra de Paolo de San Leocadio que estaba en la Colegiata se encontraba en ese puerto francés en 1938

Hallan en Marsella el rastro del retablo de la Seu que se creía quemado en la Guerra Civil

El valiosísimo retablo de la Colegiata de Gandia, obra realizada a principios del siglo XVI encargada por la duquesa María Enríquez al pintor italiano Paolo de San Leocadio, no se quemó durante el incendio de este templo, ocurrido el 2 de agosto de 1936, en los primeros días de la guerra civil. Había sospechas de que esos cuadros, que presidieron durante cuatro siglos el altar mayor del primer templo católico gandiense, se salvaron del saqueo y la destrucción que afectó a buena parte del patrimonio histórico que albergaba el edificio gótico, pero es ahora cuando aquella hipótesis se convierte en un hecho constatable.

Un documento encontrado ahora en el Archivo General de la Administración permite aseverar, casi con absoluta certeza, que aquel tesoro pictórico del Renacimiento estaba en el puerto de Marsella en el mes de junio de 1938, casi dos años después de la quema y destrucción parcial de la Seu gandiense.

Ese documento, que hoy publica en exclusiva este periódico, consiste en un escrito que el historiador Javier de Salas remite a Pedro Muguruza, que en 1938 era el comisario general del Servicio de Defensa del Patrimonio Histórico del Gobierno nombrado por Francisco Franco, con sede en Burgos. En plena guerra civil, De Salas transcribe a máquina un manuscrito en que alguien, al que no cita, asegura que en la Aduana del puerto de Marsella están depositados unos cuadros de la Colegiata de Gandia, cuya propiedad atribuye erróneamente a los Jesuitas. Según el documento, los cuadros llegaron al puerto francés «completamente y convenientemente embalados» en un buque procedente de València, seguramente en noviembre de 1937, como señala ese escrito.

El depósito de aquellas obras de arte figura a nombre «de un tal Londero», un anarquista italiano, de nombre Baldassaro, con fama de haber participado en la incautación de patrimonio histórico eclesiástico en distintas ciudades de España para, supuestamente, financiar la compra de armas destinadas al Ejército de la República.

Aunque es cierto que en ningún momento el escrito cita expresamente el retablo de la Colegiata o al pintor que lo realizó, resulta muy significativo que su valor se cifre en «17 millones de pesetas», una cantidad desorbitada para aquella época. Con esa valoración los historiadores consultados indican que todo conduce a pensar que aquellos cuadros eran, efectivamente, los de Paolo de San Leocadio.

En cierta medida este documento histórico constata lo que se comentó por la ciudad de Gandia poco después de la guerra civil. En su libro Revolució i Guerra a Gandia. 1936-1939, los historiadores Antonio Calzado y Bernat Martí citan el Almanaque de Las Provincias de 1940, en el que Juan Beltrán Baydal recoge el testimonio de una mujer de Gandia, cuyo nombre omite, asegurando que los cuadros del retablo de la Colegiata fueron llevados a Marsella en barco. Obviamente, aquella declaración coincide con el documento que se ha encontrado ahora con informes de la aduana de la ciudad francesa, adonde, como han constatado numerosos investigadores, en aquellas fechas llegaron muchas piezas de arte de una España ahogada en la guerra.

Muchos interrogantes

Confirmada ahora aquella información, lo que ahora se abren son muchas incógnitas y, por supuesto, la posibilidad de averiguar si hay más documentos que puedan determinar qué ocurrió con aquel cargamento que, de encontrarse hoy en día, supondría una enorme reparación para Gandia.

Si el retablo de Paolo de San Leocadio estaba en la Aduana del puerto de Marsella en junio de 1938 en absoluto es descabellado pensar que, fuese cual fuese su destino posterior, aquella obra sigue viva. La clave es quién retiró aquel depósito después de la muerte, o asesinato, de Baldassare Londero y, sobre todo, dónde está ahora.

En esa fecha la guerra en España ya estaba casi decidida y, de hecho, como demuestra este documento, el «gobierno» rebelde de Franco ya tenía un comisario al que se le había encargado la labor de recuperación del patrimonio histórico, fundamentalmente religioso, que había sido usurpado de cientos de museos y edificios religiosos. En el caso concreto de la Colegiata de Gandia, es evidente que, pese a disponer de la escueta información remitida desde Marsella, Pedro Muguruza y el Gobierno de Franco no consiguieron devolver las pinturas.

Nada se sabe de si hubo gestiones para que el retablo gandiense regresara a su ciudad, pero es cierto que aquellos convulsos años no fueron los mejores para recuperar el patrimonio desaparecido. Poco después del conflicto civil español Francia se vio plenamente envuelta en la Segunda Guerra Mundial, que incluyó la ocupación del Ejército de Hitler y, con ello, el traslado u ocultación de miles de obras de arte para evitar que los nazis se las llevaran a Alemania. El conflicto, que se extendió por todo el continente, no concluyó hasta agosto de 1945, siete años después de la fecha en la que está datado el documento de Gandia y nueve años después del incendio de la Colegiata.

Preguntas sobre patrimonio

Varios historiadores consultados por este periódico confirman la importancia del escrito encontrado ahora y, más allá de lo ocurrido hace 80 años, coinciden en la conveniencia de intentar seguir el rastro porque el documento induce a pensar que el retablo de la Colegiata puede estar en algún lugar al que se llevó desde Marsella. Entre los primeros lugares para ojear figura el archivo de la Aduana de aquel puerto mediterráneo.

A pesar de la falta de información, lo que no resulta lógico es que alguien, en Francia o en cualquier otro país al que se trasladaran las tablas, destruyera premeditadamente pinturas sobre las que nadie habría tenido dudas de su valor histórico y patrimonial.

La información que ha surgido ahora sobre el retablo mayor de la Colegiata de Gandia responde a una auténtica casualidad. Carles Mulet, senador de Compromís por la provincia de Castelló, realizó varias preguntas al Gobierno español para intentar conocer el destino de una imagen mariana que estaba en la iglesia de Cabanes y que también se perdió durante la guerra civil. Ante la insistencia del senador, el Gobierno requirió a los archivos de la Administración documentos sobre patrimonio eclesiástico perdido en la Comunitat Valenciana. Y es allí donde, para sorpresa de historiadores, surgió el manuscrito que habla de la Colegiata Gandia y de los cuadros de su retablo mayor.

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