El Ayuntamiento de Gandia se ha solidarizado con los cerca de doscientos vecinos residentes en la calle Perú que, como publicó este periódico, han solicitado medidas para poner fin a la vibración que causa la circulación de trenes en el túnel de acceso a la estación de esta ciudad.
Los promotores de esta iniciativa mantuvieron una reunión en la mañana de ayer con el concejal presidente de la Junta de Distrito de Corea, José Manuel Prieto, a quien transmitieron la necesidad de hacer algo porque, según aseguran, las vibraciones que se producen durante la entrada y salida de los trenes está causando problemas a algunos edificios y también afecta al bienestar de las personas que residen.
Según señalaron el concejal Prieto y Carlos Serrano, uno de los promotores de la recogida de firmas, del encuentro surgieron varias medidas que se ha decidido adoptar. En primer lugar, el ayuntamiento llevará a cabo mediciones de los movimientos que se pueden producir en los edificios colocando sensores que captan la vibración. Esos aparatos se colocarán en el interior de edificios y de viviendas cuyos propietarios lo autoricen. Así se podrá saber si se superan los niveles máximos permitidos.
En segundo lugar, el ayuntamiento pedirá una reunión con responsables del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) para trasladarle la queja y para que lleve a cabo esa misma medición de las vibraciones en el interior del túnel ferroviario, un espacio gestionado por esa empresa pública.
Carlos Serrano consideró positivo el encuentro con Prieto y agradeció a cuantas personas han dado su apoyo a la reivindicación. Este vecino lamentó que durante años se hayan dirigido a Adif o a Renfe y que hasta ahora no haya habido una respuesta positiva. Ahora, en cambio, algunos ya han recibido la propuesta para instalar el sensor de vibraciones en sus casas para conocer su alcance.
El túnel ferroviario de Gandia discurre entre el instituto Tirant lo Blanc y el subsuelo de la estación. El problema que se pone nuevamente sobre la mesa viene de lejos, pero se ha agravado a medida que el tráfico de trenes se ha ido incrementando año tras año. En este momento son cerca de noventa los convoyes que entran o salen de la estación con destino o procedentes de València y de Madrid, de manera que esas vibraciones que molestan a los vecinos se repiten muchas veces al día, desde primerísimas horas de la mañana hasta bien entrada la noche. Los sábados, domingos y festivos el tráfico se reduce prácticamente a la mitad.
