l a faceta menos conocida del premio Nobel de medicina, don Santiago Ramón y Cajal, que fue catedrático en la Facultad de Medicina de Valencia en 1883 es, sin lugar a dudas, la de sus trabajos sobre la fotografía en color.

Según el Archivo Histórico de la Sociedad Española de Neurología, «Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) aplicó la fotografía a sus investigaciones histológicas y realizó microfotografías para su estudio en el laboratorio; placas en color que le sirvieron para realizar sus dibujos. El fondo fotográfico de placas de vidrio del legado de Cajal se compone de 912 unidades. Las emulsiones identificadas en dichas placas son: colodión húmedo, gelatina y autocromos.

Fue un gran aficionado a la fotografía y descubrió muchos de los mecanismos que rigen la obtención de las imágenes en color. Con ello brindó un impulso clave a la investigación científica sobre esta materia.

En 1900, fue nombrado presidente de honor de la Real Sociedad Fotográfica y, entre 1901 y 1926, escribió dieciséis artículos y una monografía sobre emulsiones, fundamentos y mejoras de diversos procedimientos para la reproducción del color. Es en 1906 cuando descubre el proceso de retículo policromático y en 1912 publica su libro La fotografía de los colores. En él explora los métodos aditivos y sustractivos para obtener fotografías en color y describe detalladamente los diferentes retículos constituyentes del color (capas sucesivas de emulsión y colorantes) con los que se construyen las placas».

Decía Cajal: «El privilegio de la fotografía es inmortalizar las fugitivas creaciones de la naturaleza. Gracias a ella, parecen revivir generaciones extinguidas, seres sin historia que no dejaron la menor huella de su existencia. Porque la vida pasa, pero la imagen queda». Nadie mejor para encontrar estas imágenes que Suso Monrabal, guardián de la memoria fotográfica de la ciudad de Gandia en su búsqueda incansable por archivos, bibliotecas y anticuarios. En la actualidad, lleva varios meses trabajando sobre un interesante personaje, el general Ripoll- bisabuelo de Carla Ripoll- que además de su brillante hoja de servicios en el Ejército, fue dos veces alcalde de Gandia. Gracias a sus memorias autógrafas sabemos que, en 1926, el General invitó a su amigo Ramón y Cajal, al que conocía desde sus tiempos de catedrático en Valencia, a pasar unos días en Gandia con motivo de su segunda toma de posesión como alcalde, tras el tiempo que ocupó el cargo don Joaquín Ballester.

Don Santiago llegó acompañado de su ayudante en cuestiones fotográficas, Abel Jareño, cargado con sus cámaras fotográficas. Y el segundo día de su estancia, el General organizó una comida en Fomento con asistencia de los médicos Bañuls, Benácer y Melis. Los farmacéuticos Adrover, Cayetano García, Cholvi y Miguel Pérez. Y los fotógrafos Ibáñez y Laporta, para que don Santiago les hablara de sus últimos descubrimientos, tanto en el campo de la histología como en el de la fotografía en color.

Antes de abandonar Gandia, don Santiago, en compañía de su ayudante, realizó una serie de fotografías de carácter antropológico sobre la marjal y sus gentes, que posteriormente envió al general Ripoll, y hoy ilustran este artículo.

El pasado 3 de mayo encontramos en una subasta por Internet, la siguiente oferta: «Cuatro placas fotográficas de cristal de don Santiago Ramón y Cajal». Decidimos comprarlas para nuestro archivo conjunto y cuál sería nuestra sorpresa al encontrarnos la fotografía en color del retablo de Pablo de San Leocadio, que debió tomar en 1926 durante su estancia en Gandia.

Vacaciones

La llegada del verano, los calores y los turistas obligan a tomarse unas vacaciones que yo emplearé para terminar mi novela Sangre de Naranja. Por tal motivo, A toda plana cerrará hasta septiembre. Que ustedes lo pasen bien.