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No era tan difícil

Abren tras solo seis meses de obras el puente entre el Real y Beniarjó que costó once años de negociaciones y trámites - La construcción sobre el cauce del Vernissa ha costado 316.498 euros

No era tan difícil

El 12 de octubre de 2007, a consecuencia de las fortísimas lluvias acaecidas la noche anterior en el interior de la Safor y en la vecina comarca de la Vall d'Albaida, el río Vernissa se llevó por delante el puente que había entre el Real de Gandia y Beniarjó. Comenzaba así una auténtica odisea administrativa que se prolongó casi doce años, hasta enero de este 2019, cuando se iniciaron las obras para construir un nuevo puente. En solo seis meses ha quedado listo y, aunque desde hace días ya eran muchos los saltaban las vallas y lo cruzaban, desde ayer está oficialmente operativo.

Más que por su importancia estratégica, dado que comunica dos pequeñas localidades a través de un camino rural, el puente del Vernissa pasará a la historia por cómo algo que es muy sencillo de hacer tiene que esperar casi una eternidad para que se haga efectivo por culpa de los titubeos y los entresijos de la Administración y de quienes la gobiernan.

Nadie dudó nunca, a partir de la riada de octubre de 2007, que ese puente se tenía que reconstruir. Nadie dudaba de la sencillez de la obra porque, al fin y al cabo, el río Vernissa no es el Amazonas. Y casi nadie dudó en la Safor, especialmente en el Real y el Beniarjó, de que debían reclamar la obra.

La duda, y los problemas, surgieron en la burocracia. En primer lugar, porque unas administraciones fueron pasándose la pelota a otras a costa de cuál tenía que redactar y, sobre todo financiar, el nuevo puente.

Inicialmente los ayuntamientos del Real y de Beniarjó se dirigieron a la Confederación Hidrográfica del Júcar, el organismo que tiene la competencia sobre el cauce del río. Pero allí les dijeron que su ámbito de actuación está en el propio cauce, no en las infraestructuras que lo cruzan y, por lo tanto, se negó a tramitarlo.

Después, tratándose de un camino rural, se intentó que fuera la Generalitat Valenciana, a través de la Conselleria de Agricultura, la que costeara las obras. Tampoco en este departamento se hicieron cargo. La respuesta fue que los caminos rurales son competencia de los municipios.

Así que, como apelando a su filosofía de «ajuntament d'ajuntaments» Beniarjó y el Real llamaron a la puerta de la Diputació de València, que finalmente se comprometió a asumir el deseado proyecto.

En ese lapso de ir a unos y a otros ya pasaron más de dos años con el puente hundido sobre el cauce y todos preguntándose si algún día alguien lo reconstruiría.

Después llegó otro largo paréntesis, con dos elecciones municipales por medio, mientras se realizaban los estudios, se solicitaban los permisos y se diseñaba una estructura que debía ser autorizada por la Confederación Hidrográfica para garantizar la estabilidad del cauce en ese punto y el paso del agua cuando se producen fuertes precipitaciones.

Los técnicos optaron por una estructura clásica, con cinco pilares sobre el cauce, pero la adjudicación de la obra no se produjo hasta el verano pasado. Tras dejar pasar los meses del otoño, en el que existe el mayor riesgo de fuertes lluvias en la cuenca del Vernissa, la empresa Tecnología de la Construcción y Obras Públicas, que se quedó la obra por 316.498 euros, comenzó a actuar a principios de este mismo 2019.

A partir de ahí, tan sencillo como seis meses. En ese tiempo se adecuó el terreno, se inyectó el hormigón armado de la base, se construyó la plataforma, se han colocado las barandillas y, ayer sábado, se abrió oficialmente al tráfico. Seis meses de obra frente a once años de trámites y gestiones vienen a demostrar la facilidad de una actuación frente a las dificultades que plantea la Administración para hacerla realidad.

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