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Igualdad

Cuatro universidades colaboran para sacar del olvido a mujeres artistas

La Universitat de València, la Complutense de Madrid y las de Sevilla y Zaragoza trabajan en un proyecto de investigación para rescatar a creadoras españolas entre los años 1804 y 1939

Cuatro universidades colaboran para sacar del olvido a mujeres artistas

Investigadores de cuatro universidades públicas españolas (Universitat de

El estudio se centra en mujeres que despuntaron en varias disciplinas artísticas en España entre los años 1804 y 1939. Se toma como punto de partida 1804 porque fue en ese año cuando Francisco de Goya retrató a María Tomasa Palafox, marquesa de Villafranca, una de las primeras pintoras aficionadas españolas que logró ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Entre ese momento y el final de la Guerra Civil, las creadoras lucharon por ocupar el lugar que les había sido negado hasta entonces.

Los avances de esta investigación se presentaron en el curso «Oblidades i silenciades. Dones artistes en l'Espanya Contemporània» que se celebró entre el lunes y el martes en el marco de la UEG. El curso, coordinado por el catedrático de Historia del Arte Rafael Gil y por la profesora Ester Alba, del mismo departamento, se presentó, por tanto, como una oportunidad para cuestionar el relato hegemónico. «Incluso hoy en día no existen estudios definitivos para determinar que las mujeres creadoras también tenían calidad artística», apunta Concha Lomba, otra de las ponentes del curso y catedrática de la Universidad de Zaragoza.

El proyecto acabará en el año 2021 y cuenta con una página web ( http://maes.unizar.es) donde se van colgando las biografías de las artistas, mujeres que no gozaron en su época de la misma consideración social que sus compañeros varones. De entrada, tenían dificultades para completar su formación. «Las pintoras estaban vetadas en las academias y, por ejemplo, tenían prohibida su entrada a las clases donde se copiaba un desnudo al natural».

Todo ello hizo que no pudieran alcanzar el mismo nivel técnico que sus colegas, y de ahí que sus géneros y temas fueran limitados, como bodegones o motivos florales, lejos de lo que el mercado demandaba en su mayoría. «Lo tenían difícil para ejercer como profesionales porque se les calificaba de aficionadas», explica Gil.

«Aunque hemos rastreado varios archivos, como en la Diputación o San Carlos, o en la prensa de la época, lo más complicado es encontrar las obras de estas mujeres», asegura Gil. Entre esas pintoras valencianas olvidadas están Dolores Caruana y Rosario Valls.

La perspectiva de género en el arte empezó en 1970 con la neoyorquina Linda Nochlin, la primera historiadora del arte que se preguntó por la falta de mujeres artistas. De hecho, en las más de 700 páginas de uno de los manuales más vendidos, La historia del arte (1950), del divulgador Ernst H. Gombrich (1909-2001), no aparece ni una sóla mujer artista.

Aunque se ha avanzado, todavía queda mucho por hacer. No fue hasta 2016 cuando el Museo del Prado dedicó una exposición monográfica a una pintora en sus 200 años de vida, con la belga Clara Peeters, del siglo XVI. En la colección permanente del Museo de Bellas Artes de San Carlos, en València, sólo hay expuesta una obra firmada por una mujer, «La chula», de María Sorolla, hija del afamado pintor valenciano.

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