e stas pasadas elecciones municipales han puesto de manifiesto lo mas oscuro y perverso de la condición humana. El partido en el gobierno municipal de Piles, Independents per Piles (IxP), tuvo reuniones secretas, no con Compromís per Piles, sino con el tránsfuga Federico Bañuls, en una cafetería muy conocida de la zona.

Nunca se supo qué le pidió, pero estamos convencidos de que ese ha sido siempre su Plan B, la Concejalía de Deportes que tanto y tanto añoraba.

No voy a decir ahora que IxP, un partido de derechas, jamás quiso pactar con el PP, pero sí con gente de izquierdas. Con todo mi respeto a esas personas, eso no viene ahora a cuento aunque así fue.

Pero vayamos al fondo de la cuestión. La máxima ambición del tránsfuga fue repartirse la alcaldía, dos años el cabeza de lista del PSOE y dos años el tránsfuga Bañuls. El PP se opuso. En esa reunión el enfado de este señor fue máxime. Muy muy enfadado, recriminó a los asistentes la no aceptación de su demanda y decidió marcharse, aludiendo que consultaría a las bases de Compromís sobre la propuesta del PP de votarse cada uno a su candidato y más adelante si fuese necesario, y por motivos graves que sin duda pudieran aparecer, por la mala gestión del gobierno municipal, proceder a una moción de censura y proponer un candidato para asumir la alcaldía.

Esa fue la respuesta del PP. Si el PP hubiese querido un acoso y derribo del Alcalde, hubiésemos cedido a la petición del tránsfuga, de ceder por dos años a cada uno de ellos dicha alcaldía.

Desde el Partido Popular podemos asegurar que fueron las dos fuerzas políticas quienes conjuntamente, o por separado, buscaron al PP para esa posible alianza. También podemos asegurar que intentamos ponernos en contacto con IxP, pero sin respuesta por su parte. Creemos que IxP ya confiaba en la alianza de Bañuls, por lo tanto todas esas acusaciones sobre la presidenta del PP de Piles son infundadas. La honestidad brilla por su ausencia en el caso del tránsfuga Federico Bañuls.

Eso sí que es desfachatez. No se puede cambiar la historia. Y en algo sí coincidimos: el tiempo pone a cada uno, en su sitio.