Si no fuera porque el asunto es lo suficientemente serio, podría decirse que, esta vez, la naturaleza se ha burlado de la Demarcación de Costas de València y del Ministerio de Transición Ecológica.

Porque resulta realmente significativo que, antes de que haya concluido el proyecto para aportar miles de metros cúbicos de arena desde l'Auir de Gandia a la Goleta de Tavernes de la Valldigna, el mar se ya la haya llevado. Literalmente la ha arrastrado hacia el interior y las olas, en el día de ayer, volvían a golpear sobre el muro de una hilera de adosados constantemente amenazados.

A la espera de que se hagan los análisis sobre el terreno cuando escampe el temporal, que en los dos últimos días ha azotado desde el noreste, las decenas de viajes de camiones cargados con arena de mar no han servido para nada, y eso que, en Gandia, incluso hubo polémica por la extracción de los áridos de un espacio que, como l'Auir, está protegido.

En realidad, la arena no se ha esfumado, sino que ha sido transportada, esta vez de forma natural, hacia el sur. Porque ese es el «problema» que se repite una y otra vez en este y otros puntos de la costa valenciana. Mientras la Administración gasta grandes cantidades de dinero en «corregir» la regresión de las playas, la dinámica marina va depositando la arena siempre en dirección norte sur, por lo que vuelve a acumularse en Xeraco y Gandia.

El problema, lejos de ser nuevo, es sobradamente conocido, y a este hecho hacía referencia ayer el concejal de Urbanismo, Josep Llàcer. El Gobierno local de Tavernes ha pedido en no se sabe cuántas ocasiones que el Ministerio de Transición Ecológica se deje ya de parches y ponga el dinero necesario para la inversión que requiere un proyecto de diques sumergidos, ya redactado, que, según los técnicos, permitiría retener la arena cuando se producen estos temporales. De lo contrario, y al margen del dinero tirado al mar en Tavernes y en otros sitios con el mismo problema, llámese el Brosquil de Cullera, se seguirán produciendo situaciones que rozan el ridículo. Obras de emergencia para evitar daños del mar que el mar se lleva antes de que los trabajos hayan acabado.