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Cáritas Gandia incrementa la ayuda a familias refugiadas

En el último trimestre del año se ha detectado un mayor número de personas que llegan, con dos o más hijos, de países que sufren conflictos

Las ayudas de Cáritas Gandia han aumentado en el último trimestre del este año para atender a familias procedentes de países en conflicto, según ha señalado la entidad en un comunicado. Paralelamente, esta organización de la Iglesia Católica sigue atendiendo a numerosas familias españolas en situación de pobreza crónica.

Según señala Cáritas, el informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en la Comunitat Valenciana apunta que la exclusión social se ha reducido intensamente en estos últimos cinco años, aunque también se encuentra enquistada en la estructura de la sociedad, como en el resto de España.

La misma tendencia se produce en Cáritas Gandia. Si en 2018 se atendieron a más de 400 familias y alrededor de dos mil personas, en los tres primeros trimestres de 2019 se ha notado un descenso considerable del número de atenciones. La disminución ha coincidido, desde mediados de año, con la concesión de las ayudas económicas por parte de la Generalitat Valenciana. Estas prestaciones permite a las familias en riesgo de exclusión asegurarse unos ingresos mínimos que les garantice su derecho a una calidad de vida desde la igualdad de oportunidades.

Pero en el último trimestre del año, que todavía no ha finalizado, se han incrementado las atenciones en Cáritas Interparroquial de Gandia, especialmente de familias procedentes de países en conflictos emergentes o en situación de pobreza y ausencia de desarrollo, en su mayoría del continente latinoamericano.

En estos momentos, el perfil más atendido desde las Acogidas Parroquiales es de familias refugiadas o sin papeles, llegadas recientemente a España, que no pueden acceder a ayudas económicas de los gobiernos español, valenciano y local.

La composición suele ser de matrimonios con hijos menores, al menos dos, aunque a veces llegan acompañados de otros familiares. Habitualmente llegan con algunos ahorros y encuentran trabajos esporádicos, sin contrato y mal remunerados, lo que les impide llegar a final de mes. Sus ingresos no suelen superar los 500/600 euros al mes y sus gastos mínimos casi alcanzan dicha cantidad. Solicitan ayuda de alimentación y en cuanto consiguen un poco de estabilidad, dejan de pedir ayuda en Cáritas.

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