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El Consell insta a crear un consorcio que gestione el Marjal de la Safor

El organismo, en el que estarían Gandia, Xeresa, Xeraco y Tavernes, abordaría los problemas que se generan, entre ellos el exceso de agua cuando se producen fuertes y prolongadas precipitaciones

Los usos turísticos y recreativos se han acentuado en los últimos años en toda la zona del marjal. àlex oltra

«El Marjal de la Safor es una zona húmeda de extraordinaria importancia enclavada en uno de los puntos de mayor pluviometría de Valencia. Con una superficie de 1.225 hectáreas está incluido en el catálogo de zonas húmedas de la Comunitat Valenciana y goza de protección al estar declarado Lugar de Interés Comunitario (LIC). Es una zona con especiales singularidades ecológicas e históricas, y alberga interesantes especies de flora y fauna típicas de las zonas húmedas litorales, algunas de ellas endémicas».

Este párrafo, elaborado por la Confederación Hidrográfica del Júcar para justificar un proyecto de regeneración ambiental en el Marjal de la Safor, revela la importancia de un humedal que, durante años, ha estado sometido a una considerable presión que amenaza su existencia. No solo por los aterramientos o por la cercanía de áreas pobladas, sino también porque una parte de sus propietarios agrícolas exigen, y consiguen, la extracción de grandes cantidades de agua dulce cuando se producen fuertes lluvias. De lo contrario, ese «exceso» de humedad en el suelo perjudica a algunos cultivos, entre ellos los naranjos.

Esta situación, así como el interés de los ayuntamientos en potenciar los usos turísticos de la zona para atraer visitantes amantes de la naturaleza, está alterando la gestión de un espacio sobre el que tienen competencias todas las administraciones. En primer lugar, los ayuntamientos en cuyos términos recaen esas 1.225 hectáreas, que son Gandia, Xeresa, Xeraco y Tavernes de la Valldigna. En segundo lugar, la Generalitat, que incluyó ese espacio en el catálogo de Zonas Húmedas de la Comunitat Valenciana, lo que obliga a su conservación. En tercer lugar, la Administración del Estado, dado que el Ministerio de Transición Ecológica asume atribuciones sobre cualquier actuación que afecte a los recursos hídricos, y aquí los hay en gran cantidad. Y, finalmente, a la Unión Europea, que señaló este y otros muchos espacios naturales en la llamada Red Natura 2000 que, hace más de veinte años, se fijó como objetivo preservar grandes extensiones de suelo en toda Europa para garantizar la biodiversidad.

Pese a eso, el Marjal de la Safor sigue sin un órgano rector en el que participen todas las partes implicadas, lo que lleva a que cada ayuntamiento actúe por su cuenta en aspectos que afectan a la zona húmeda. Una de las más polémicas de los últimos años es la masiva extracción de agua que se lleva a cabo en el término de Xeraco cuando se producen episodios de fuertes precipitaciones. Este ayuntamiento inició en la pasada legislatura un proceso de diálogo con los de Xeresa y Gandia, al que se incorporó Tavernes, para implicar al conjunto de las administraciones y marcar unas normas que permitan, por una parte, preservar el marjal y su riqueza ambiental y, por otra, garantizar sus actuales usos, tanto en explotación agrícola o turística como para los usos cinegéticos.

Fruto de esas conversaciones, la Generalitat Valenciana se inclina por la creación de un consorcio, similar al que funciona con el espacio natural del río Millars, donde están integrados los ayuntamientos de Almassora y Borriana. Esa es la idea que plantearon los directores generales de Medio Natural de la Generalitat y del Ayuntamiento de Gandia, Fran quesada y Daniel Muñoz, respectivamente, en una reciente entrevista mantenida en València.

La fórmula está por definir, pero ese consorcio integraría no solo a ayuntamientos, Generalitat o diputación, sino también a representantes de colectivos sociales y con intereses en la zona, como agricultores, sociedades de regantes y cazadores, de manera que buscaría conjugar todos los intereses, empezando por el máximo respeto al valor ambiental y paisajístico de la zona, algo a lo que, por otra parte, obliga la ley.

Daniel Muñoz señala que, a priori, los alcaldes implicados avalan la idea del consorcio, que abordaría, y en todo caso aprobaría, las acciones que afectan al espacio natural.

Respecto a la gestión del agua y a la extracción que se lleva a cabo en episodios de lluvias, Muñoz indica que el Plan de Usos del Marjal obliga a niveles mínimos hídricos, y añade que el objetivo sería la limpieza de acequias para que, cuando haya un exceso, el agua salga «de forma natural».

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