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"Deberíamos pactar la agenda cultural de Gandia para no contraprogramarnos"

Francesc Burgos confía en que se apruebe una ley de mecenazgo que estimule a las empresas a invertir en cultura

"Deberíamos pactar la agenda cultural de Gandia para no contraprogramarnos" XIMO FERRI

Mitad gestor cultural, mitad artista, Francesc Burgos es un «hombre-orquesta» en el sentido casi literal del término. Aunque le ayuda su mujer, Isa Cogollos, embarcada también desde hace años en este proyecto cultural, sacar adelante cada programación trimestral es todo un reto. «Los primeros años sí que prácticamente estaba yo solo, editando discos, actuando, pegando carteles, haciendo facturas, grabando cuñas... sin vacaciones ni fines de semana». Por ello, t

Las subvenciones públicas ayudan a cuadrar algo las cuentas, pero tienen su «cara B»; la burocracia administrativa. «Hay que presentar los proyectos a las instituciones, después justificarlos en una memoria, y luego confiar en que te paguen las ayudas, que normalmente es al año siguiente», explica. Reconoce que con el Consell del Botànic hay más subvenciones públicas a disposición de productores artísticos independientes, pero no esconde que algunos años ha perdido dinero, «y así cuesta mantener el entusiasmo». Confía en que el nuevo Gobierno apruebe una ley de mecenazgo, con más desgravaciones fiscales para animar a empresas privadas a invertir en cultura.

A esto hay que añadir la precariedad laboral de los artistas, algo muy común en España. «Nosotros damos de alta a todos, pero los hay que necesitan espacios donde actuar o darse a conocer, y este sentido pienso que en el Teatre del Raval muchos han tenido una oportunidad», añade.

Todo ese trabajo de creación, producción y búsqueda de financiación no es una garantía de que la programación contará finalmente con el favor del público. Hay funciones en el Teatre del Raval que, lamentablemente, han tenido diez o doce espectadores.

En este sentido, un factor que observa Burgos es la ingente actividad cultural que hay en Gandia, sobre todo los fines de semana. «Nos alegramos de que sea así, pero alguien, o entre todos los agentes culturales, de alguna manera, deberíamos consensuar la agenda cultural, para no contraprogramarnos», sugiere. Por suerte tienen un público fiel que sigue confiando en sus propuestas.

Por otra parte, es muy crítico con los festivales de música, aquellos que proliferan en verano en los destinos de costa. «Las instituciones se vuelcan con ellos pero habría que preguntarse quiénes son los principales beneficiarios, porque normalmente suelen organizarlos empresas foráneas, que no están vinculadas al territorio, no son respetuosos con el medio ambiente, no apuestan por artistas autóctonos y sólo ayudan a que hagan caja los supermercados y los bares de la zona».

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