Jueves, 31 de octubre, Madrid. Gran revuelo a las puertas de la tienda Primark, en el emblemático edificio de Gran Vía 32. Decenas de personas que transitan por la que, probablemente, es la calle más transcurrida de España, se van arremolinando ante la puerta del establecimiento más grande que la firma tiene en toda España y que congrega miles de personas durante todo el día. El movimiento entorno al acceso a la tienda es tal que incluso pone en alerta a los responsables de seguridad de un negocio que ocupa nada menos que cinco plazas de la manzana más grande de toda la vía. En unos segundos se desvela el misterio: Por las escaleras mecánicas de la tienda aparecen Sandra Faus Palmer y Alba Ramón Borja, las Falleras Mayores de Gandia del 2020. Ante ellas, todo el equipo encargado de la producción del Foc i Flama, el libro de referencia de las Fallas de Gandia.

Madrid fue la ciudad elegida por Óscar Morant, Salva Gregori, Fermí Romaguera y Rafa Andrés para el reportaje fotográfico que domina las primeras páginas de la edición número 71 de la obra. En la portada, Sandra y Alba lucen ante el emblemático cartel luminoso de Schweppes que preside la esquina de la Gran Via con la plaza Callao, el epicentro comercial y cultural de la ciudad. «El Foc i Flama ha sido distinguido como el primer libro fallero de interés turístico y qué mejor para el primer número publicado con esta distinción que llevar las fallas de Gandia hasta la capital de España para promocionar el turismo de la ciudad», explicaba ayer a este periódico el secretario de la Federació de Falles de Gandia (FdF) y uno de los miembros del equipo, Óscar Morant.

El viaje no fue, ni mucho menos, sencillo. Una comitiva de 14 personas se embarcó en dos furgonetas cedidas por la empresa Moll Motors para viajar por carretera desde Gandia a Madrid, con todo lo que supone respecto a cargar la vestimenta y los aperos de las Falleras Mayores y los enseres personales del resto. En ellas, el equipo del Foc i Flama, familiares de las Falleras Mayores y Aga Domínguez, encargado de realizar el vídeo del «making of» de la experiencia recorrieron las poco menos de cuatro horas que separa la capital de la Safor de Madrid.

En pleno puente de «Halloween»

La capital era un auténtico hervidero por la celebración de «Halloween» y un puente festivo de tres días. «No podía ser otro fin de semana, ya que era el único en que no hay presentaciones falleras en Gandia y, por tanto, el único que ellas tenían libre», explicaba Morant. Menos de 20 horas estuvo el grupo en Madrid. El encargado de realizar las fotografías, Salva Gregori, más gráfico, señalaba que «nos lo jugamos todo a una carta, porque si llega a llover y nos impide hacer las fotos teníamos que haber buscado otro escenario alternativo que no teníamos pensado». De hecho, llovió, «pero, por suerte, lo hizo cuando ya habíamos acabado la sesión», recordaba Rafa Andrés, uno de los encargados junto a Fermí Romaguera del diseño y maquetación del Foc i Flama desde hace unos años.

La sesión se dividió en dos partes. La tarde y noche del mismo jueves, 31 de octubre, y la mañana del 1 de noviembre. Sandra y Alba llegaban peinadas y maquilladas desde Gandia pero se vistieron en el apartamento que alquilaron en la capital, donde durmieron todos la única noche que se quedaron en Madrid. La primera jornada empezaba a las 17.30 horas y finalizaba a las 23.30. Que cayera la noche era crucial, ya que parte del encanto de las fotografías estaba en que los espacios más emblemáticos de la ciudad lucieran iluminados. La Puerta del Sol y calles adyacentes, plaza Mayor, mercado de San Miguel y la Gran Vía, entre otros, se convirtieron en el mejor escenario para resaltar el impecable conjunto que forman las Falleras Mayores con sus respectivas indumentarias. «Ese día caminamos más de siete kilómetros según la pulsera de actividad», señalaba Óscar Morant. Y, ¿cómo pudieron aguantar semejante caminata Sandra y Alba ataviadas con el traje regional? Había truco: Los cambios de escenario los hacían en zapatillas para calzarse los tacones en el momento de disparar la fotografía.

Al día siguiente, 1 de noviembre, los escenarios fueron la fachada del museo del Prado, el Congreso de los Diputados y el Retiro, donde, además del estanque también sirvió como telón de fondo el Palacio de Cristal. Sobre las 18 horas finalizaba la aventura madrileña de las Falleras Mayores de Gandia del 2020.

«La gente nos conodicionaba»

El equipo, como explicaron, llegaba a la capital española con todo el viaje planeado de antemano. Sin embargo, había un factor con el que no contaban: la expectación que levantó la presencia de Sandra y Alba por las calles de la ciudad más visitada de España. Y es que no todos los días se puede ver a dos Falleras Mayores por el centro de Madrid.

«Fue espectacular, una aventura. La gente se acercaba con los móviles y les hacía fotos y vídeos. Había quienes incluso querían tomarse fotografías con ellas», cuentan.

Salva Gregori reconocía que «la gente nos condicionaba mucho a la hora de hacer el trabajo». Explicaba, incluso, que «había veces que buscábamos que salieran personas en el encuadre pero en otras ocasiones no queríamos y se hacía complicado». Los «selfies» que Sandra y Alba se tomaban amablemente con los curiosos ralentizaban el trabajo de los profesionales, que, sin embargo, siempre tuvieron gestos de agradecimiento con quienes, como es lógico, se interesaban por la indumentaria y la cultura valencianas.

Como anécdota narran que hubo una mujer mayor que se se dirigió llorando hasta las falleras mayores. «Contó que era valenciana y hacía mucho tiempo que no regresaba a la tierra». En otro lugar, Sandra y Alba se tomaron fotos con dos mujeres chinas que iban ataviadas con el vestido regional de aquel país. Uno de los momentos álgidos fue cuando en la esquina entre la calle Preciados, la más comercial de la ciudad, con la plaza de Sol, desde donde se emiten las campanadas de Fin de Año, hubo un momento en el que fueron rodeadas por una multutid que, móvil en mano, admiraba la espectacularidad de sus vestidos.

Un trabajo muy cuidado

Para Rafa Andrés «llamaban mucho la atención porque el de fallera es un traje regional espectacular, con su colorido, sus metales, su brillo». En el Mercado de San Miguel, espacio gastronómico de moda en la capital, la idea era hacer la foto en el interior pero rápidamente se dieron cuenta de que iba a ser imposible por la cantidad de personas que se arremolinaban ante ellas. Ffinalmente las tuvieron que hacer fuera.

El Foc i Flama muestra un trabajo muy cuidado de Salva Gregori en las imágnes y del resto del equipo en la composición y, con este viaje a Madrid, ofrece un salto cualitativo más en lo que es el libro de referencia de las Fallas de Gandia. La buena experiencia de esta sesión lleva a pensar que el próximo año se buscará un nuevo destino para la realización del reportaje gráfico. El equipo, de momento, no confirma ni desmiente. «Depende de muchos factores», indican.

Fotos: Rafa Andrés