Mediados de julio. El pleno de Tavernes de la Valldigna saca adelante la propuesta de retribuciones, organización de gobierno y personal de confianza con el voto a favor de 16 de los 17 concejales (Compromís, PP, PSPV y Ciudadanos) tras desmarcarse l’Esquerra de Tavernes a última hora. Hay satisfacción de uno y otro lado por la buena sintonía que se ha generado gracias a una negociación que ha acabado en consenso. Todos los partidos se emplazan a seguir con ese ambiente el resto de la legislatura. El espejismo no tarda en desvanecerse.

Seis meses y varios plenos después demuestran que gobierno y oposición no pueden estar más alejados. Cada una de las formaciones que configuran la corporación ha ido tomando posiciones en el tablero. Por no lograr, no se ha conseguido ni el acuerdo que habían prometido para nombrar a un jefe de gabinete de prensa y el puesto lleva seis meses bloqueado.

En una legislatura como la pasada, donde Compromís gobernaba con abrumadora mayoría absoluta, a la oposición le quedaba poco margen de maniobra, más allá de intentar visibilizarse en los plenos criticando la acción de gobierno o rechazando las propuestas del ejecutivo. Pero la nueva coyuntura, con un gobierno en minoría, ha obligado a desempolvar las libretas en las que cada partido elabora su estrategia. La oposición busca el equilibrio para no quedar señalada como culpable de un posible bloqueo institucional, pero, a la vez, tampoco quiere avalar gratis la acción del Ejecutivo.

Compromís se agarra a esta cuestión y, de momento, va saliendo victorioso. Pese a estar en minoría, la formación quiere hacer valer su posición como gobierno. En los planes de los nacionalistas no entra el dejar que la oposición marque la pauta de las cuestiones que deben ejecutarse.

Su baza, por el momento, es la resistencia, esperar a que alguno de los partidos no quiera salir mal en la foto. Sin prácticamente negociación, ofrece la propuesta y espera a que alguna formación acabe cediendo en un movimiento que políticamente beneficie a ambos: El ejecutivo porque logra sacar la propuesta y protagonizará la foto de la inauguración, y el otro como el partido que ha permitido que sea una realidad.

La cuestión del césped artificial ha sido el primer tema importante donde cada uno ha tenido que mostrar sus cartas.

El alcalde, Sergi González principal valedor de este proyecto, presentó una propuesta para pedir un crédito con el que financiarlo el pasado mes de noviembre. La oposición se la tumbó. En enero regresó al pleno de nuevo sin cambiar ni una coma del plan inicial.

Consiguió sacarla adelante gracias al cambio de posicionamiento de Ciudadanos (votó a favor) y PP (abstención) Todo, y esto hay que resaltarlo, sin negociación de por medio. El gobierno se la jugó a ver quién aguantaba más. Compromís conocía la gran presión social que existía en esta cuestión y resistió sin modificar su postura sabiendo que los usuarios no entenderían que se alargara más esta cuestión.

En la bancada de enfrente, el PP es el que, como en la pasada legislatura, mantiene la línea más dura contra el gobierno. En cada intervención, sus concejales no dejan pasar la oportunidad de recordar al Ejecutivo local que está en minoría. Es más, el mantra se reproduce constantemente entre todos los partidos de la oposición. Los populares acusan constantemente al alcalde y los ediles de Compromís de falta de diálogo, de actuar sin consenso, de formas autoritarias. Los populares no dan tregua y suelen protagonizar los debates más broncos en las sesiones plenarias, especialmente su portavoz, Eva Palomares, curtida ya en la batalla durante la pasada legislatura.

El Botànic, congelado

La posibilidad de un gobierno de coalición entre Compromís y el PSPV se ha ido enfriando con el paso de los meses, hasta el punto de que en estos momentos está congelada. Los socialistas, de hecho, buscan en todo momento desmarcarse de los nacionalistas. Utilizan, eso sí, un tono moderado, con intervenciones en las que rebaten las propuestas del Ejecutivo ofreciendo alternativas. El caso del césped artificial es un ejemplo. La formación presentó un voto particular con el que proponía echar mano de subvenciones para sufragar el cambio del material. Aún a riesgo de fracasar, el mero hecho de poder exponer la propuesta ante el foro de debate municipal público visibiliza al PSPV como un grupo activo, que se trabaja los temas que expone.

Uno de los nuevos partidos en las labores corporativas de Tavernes es Ciudadanos, que accedió al consistorio en las pasadas elecciones. Con dos ediles, la formación naranja ha buscado desde el principio situarse en una posición constructiva. No quiere ser un mero espectador y azote del gobierno. Para ello, sus concejales utilizan las intervenciones para presentar propuestas. El tono de su portavoz, Carlos Gimeno, no es, ni mucho menos, duro.

Apelación al diálogo

Ciudadanos se posiciona como un partido que no ha llegado para destruir, sino para construir. Por ello, no duda en apoyar propuestas del gobierno de Compromís si las considera positivas. La estrategia consiste en que el vecino perciba que sus ediles tienen capacidad de gestión y voluntad de llegar a acuerdos. Su apelación al diálogo es constante, afirmaciones con las que quiere demostrar que esa es una virtud de la que adolece Compromís.

El concejal de l’Esquerra de Tavernes, Zeus Grau, es quien ofrece un perfil más ideológico. Al principio de la legislatura destacó por utilizar un lenguaje muy duro contra el Gobierno de Compromís, especialmente en las redes sociales, donde no dudaba en llamar al partido «totalitario». Últimamente ha rebajado el tono. La defensa de los derechos de los animales, feminismo la lucha contra las casas de juegos forman son algunos de los temas que visibiliza en los plenos, marcando el perfil más a la izquierda.