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Del duro impacto a la ilusión por la solidaridad recibida

? Nunca se sabe cómo se reaccionaría ante un anuncio tan trascendente como que un médico le diga a una persona que sufre una enfermedad degenerativa e incurable. Y Ángel Arcos, en la conversación mantenida con este periódico, tampoco oculta ese trance.

Pidiendo que se eviten detalles de aquellos días, confiesa que prácticamente estuvo seis meses aislado, sin saber qué hacer, vencido por una situación que le superaba. Después vino la ayuda de la familia y de su círculo más cercano, lo que le permitió retomar una cierta normalidad en su vida. Con el tiempo, anunció el reto de visibilizar el ELA viajando en bicicleta desde Gandia a Santiago de Compostela, un gesto que le sacó del anonimato y a partir del cual inició esa batalla por la vida y por conseguir que, con su esfuerzo, algún día el ELA pueda curarse o, al menos, los médicos sepan cómo detener su avance en las personas diagnosticadas.

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