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La historia que guarda la arena

La borrasca que azotó la comarca hace dos semanas devuelve a la vista elementos que habían quedado enterrados hace años

La historia que guarda la arena

Las playas de la comarca de la Safor guardan secretos que el paso del tiempo, la modificación de la estructura de la costa y los vertidos constantes de arena por parte de las administraciones ha ido enterrando y, en algunos casos, prácticamente condenado al olvido. La borrasca Gloria que azotó la Comunitat Valenciana entre el 20 y el 22 de enero pasados, causando importantes destrozos en algunos puntos del litoral de la Safor, han sacado a la luz varios elementos históricos que, con el paso de las décadas, la arena había mantenido sepultados pero que aún se conservan como una huella del pasado de la costa saforense.

En Oliva, el material que ha arrastrado el mar hacia dentro con su fuerza permite ver tres nuevas casamatas. Se trata de construcciones militares levantadas durante la guerra civil que sirvieron como refugios para defender la línea de costa ante posibles ataques con metralla en las contiendas del conflicto armado. Se conocía de su existencia, porque, además de que alguna de ellas siempre está a la vista, como la de la playa de Terranova, hay constancia documental y testimonial de que erigieron para proteger la costa, como explicaba a Levante-EMV Joan R. Morell, un olivense que es profesor de historia en el IES Enric Valor de Pego y que ha estudiado esta cuestión.

Se estima que fueron construidas en 1937. Tienen cinco metros de diámetro aproximadamente y están construidos con hormigón de cal, piedra, mortero y hierro, como explica Vicent Burguera, que es el arqueólogo municipal de Oliva y se ha encargado de su localización y catalogación. En este envite del temporal han salido a la luz tres nuevas casamatas que están confirmadas que pertenecen a la línea de fortificación de la costa y una cuarta que los expertos no se atreven a situar dentro de esta categoría porque los materiales utilizados no son exactamente los mismos, algo que también comparte Morell. Esta se encuentra en la zona del Clotal. Las otras tres sí confirmadas están en Aigua Blanca, junto al camping Río Mar, y en la playa urbana, cerca de la posta de la Cruz Roja. El historiador asegura que hay, por tanto, seis construcciones de la guerra civil localizadas a lo largo de la playa de Oliva.

Vicent Burguera, por su parte, ha hecho el trabajo de catalogar y localizar vía GPS los refugios que han salido a la luz ahora para, en caso de que vuelvan a quedar enterrados, tener detectados los puntos en los que se encuentran.

Morell cree que hay más casamatas que siguen bajo la arena. De hecho, «algunas sí que han salido en otros temporales que también han arrastrado arena pero en este no», señalaba. El experto cree, por referencias testimoniales de personas que estuvieron en las colonias de la playa de Oliva, que estos refugios no llegaron a utilizarse nunca, dado que en esta zona no se produjo ningún ataque por mar, y que contaban con una cubierta, que, probablemente, fueron destruidas. Según su teoría, estos elementos se construían a la altura de acequias y caminos, infraestructuras que tras, abandonar la playa, podrían dar acceso hacia el interior ante un posible desembarco de tropas.

Morell cree que su estado (la mayoría están prácticamente destruidas) no se debe tanto a la acción del mar en estas décadas como a la del hombre, que habría intentado demolerlas en su momento.

En la playa de Bellreguard, por otra parte, el temporal ha sacado a la luz restos de unas viviendas que se construyeron entre 1944 y 1945 en primera línea, frente las dunas y el paseo marítimo que había en aquella época. Eran, en total, seis chalets y una barraca, como explica Juan Antonio Torres, historiador del municipio. En 1948 se produjo un fuerte temporal que provocó una elevación considerable del nivel del mar, lo que ocasionó que el agua se adentrara al menos un kilómetro de la playa, siempre atendiendo a la narración del propio Torres, que también cuenta con referencias testimoniales. Aquel episodio destrozó tanto los chalets como el paseo marítimo que había entonces. «En aquellos años había dos metros de altura entre el paseo y la arena», explica Torres. Para acceder a la zona de baño se disponía de varias escaleras que se extendían a lo largo del paseo. Son las que se aprecian en una de las fotografías que el mismo Juan Antonio Torres ha hecho públicas estos días. En ellas se ve a un grupo de jóvenes apoyado en el muro que separaba la playa del paseo, y resulta evidente cómo la pared supera sobradamente en altura a las chicas y los chicos.

Los restos de aquella construcción fueron sepultados por la arena y con el temporal de hace dos semanas han quedado al descubierto. Además de los cimientos y partes de las viviendas, han aparecido restos del paseo marítimo, del que se aprecia claramente alguna de las escaleras, construidas, como el resto del vial, con hormigón armado.

La labor de historiadores y vecinos

Los restos aparecidos bajo la arena tras el temporal de hace dos semanas habrían pasado desapercibidos si no fuera por la labor que realizan vecinas y vecinos que, por su labor profesional o simplemente por afición, investigan y se interesan por la historia de sus municipios. De ahí que la labor tanto de Juan Antonio Torres como de Joan R. Morell y de Vicent Burguera y el resto de personas que ayudan a recordar el pasado resulta tan importante cuando se producen estas situaciones.

La aparición de estos restos sirven a los más jóvenes para conocer parte de la historia de sus pueblos y, a su vez, para saber que temporales como Gloria, con todos sus efectos dañinos, ya se registraron anteriormente en la comarca de la Safor.

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