corría el 10 de febrero de 1974 (si no recuerdo mal) y el tren Gandia-Dénia cruzaba por última vez la Avenida Wilson, por los actuales semáforos de la Avinguda del Grau, con su imponente paso a nivel con barreras bajadas por última vez. Ese día comenzó el principio del fin de la estación de tren tal como la conocíamos y se empezó a trabajar en la actual. Nunca se planteó un cambio de ubicación. El 1 de julio de 1976 se inauguró la nueva estación subterránea en el mismo lugar. Por cierto, la construcción se realizó con empresas locales en su mayor parte, (Castelló-Morant, entre otras). Al igual que el complicado derribo del antiguo hospital, realizado de forma impecable por la empresa local Cadersa, dando ejemplo del nivel técnico que tenemos en la Safor.

Lo que se plantea en la actualidad por parte del Ministerio de Transportes para el Tren de la Tosta, es decir prolongar la línea a Oliva-Dénia-Alicante, es desconocer in situ las necesidades socioeconómicas de la Safor y la Marina. Ya dijimos el 13 de julio de 2016 en este mismo periódico que «el estudio del Tren de la Costa está hecho con la frialdad de la distancia y no se ajusta a la realidad».

El argumento principal que utiliza el Ministerio es que no se puede realizar la doble vía tanto en Xeraco como en Gandia. Recordad que en Valencia abrieron nada más y nada menos que la calle Colón (entre otras) para el Metro y en Gandia la Plaza Prado o la República Argentina fueron abiertas para construir las infraestructuras de las que hoy gozamos.

Sacar la estación del centro de Gandia y c cortar el peine de carreteras que dan acceso desde los pueblos a las playas tiene un impacto mayor que mantener las estaciones de Xeraco y Gandia en sus actuales ubicaciones. Se debería hacer, además, un apeadero en el nuevo hospital comarcal y una estación tipo la de Xeraco (intercambiador modal) al norte de Bellreguard con amplio párking para dar servicio de tren a todos los pueblos al sur de Gandia, incluso los situados a lo largo del recorrido de la carretera de Albaida.

En su día la estación de Gandia dio origen a numerosos negocios a su alrededor. Recuerdo el bar con una cabeza de toro en la puerta de la estación. El Hotel Avenida en el que mi abuelo Salvador Pascual nos invitaba a un Nacional, (granizado de café con bola de helado de vainilla) los mejores que jamás he probado cuando el calor apretaba. El Montecarlo, donde paraban los buses de Valencia y Alicante. Recuerdo también el Hotel Victoria, donde de vez en cuando aparecían unos alemanes con sus abrigos de cuero, que resultaban ser los «químicos» de la Vital.

Gran trasiego de viajeros de negocios alrededor de la estación. En la plaza Marqués de Campo se inauguró el monumento de Ausiàs March en la Feria de 1959, con el Hotel Victoria y la estación como testigos.

Estos negocios hoy han desaparecido, pero la estación continúa siendo un motor de la economía en el centro de la ciudad, y así debe de continuar.

Bienvenido sea el consenso político, porque el social ya existe. Que la estación no se mueva de su ubicación es prioritario para Gandia. Así lo entendemos todos y así lo hemos de defender.