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Mejoras

Adiós al misterio del (falso) morabito

El Ayuntamiento de Gandia restaura el enigmático edificio de Marxuquera, que se construyó en el siglo XVII como un depósito intermedio para el suministro de hielo - Los trabajos, que acabarán en mayo, permitirán habilitar un centro de interpretación

Adiós al misterio del (falso) morabito

Durante siglos la tradición oral valenciana asignaba a la cultura islámica aquellos edificios o elementos cuyo uso u origen eran una incógnita. De hecho, en no pocos lugares existe tal o cual cosa popularmente llamada «dels moros» que en realidad corresponde a otras épocas.

Eso mismo pasó con el enigmático edificio cilíndrico situado junto al Camí de les Meravelles de Marxuquera, en el término de Gandia, que durante décadas recibió el nombre del «morabito» porque quienes lo estudiaron consideraban que se trataba una edificación levantada en la época de dominación musulmana y al que incluso se le añadió el carácter religioso, pensando que fue un pequeño oratorio al que acudían los musulmanes que vivieron y trabajaron en esa zona.

Nada de eso es real. Por eso el «morabito» ha cambiado de nombre y ahora Gandia lo llamará la «nevasca», porque los estudios realizados para su restauración y puesta en valor, cuyas obras están en marcha, han determinado que la enigmática construcción cilíndrica con la sencilla cúpula no es más que un simple depósito para guardar hielo. Pero tampoco se trata de una «nevera», como las que se encuentran en zonas mucho más altas de las montañas. Barx tiene una perfectamente restaurada.

Según relata el arqueólogo Carles Juan, que está trabajando en la restauración, esta «nevasca» de Marxuquera está en una cota baja pero muy fresca, con escasa insolación y a poca distancia de Gandia. Todo ello, y los análisis de la estructura interior, ha llevado a concluir que el depósito era un punto intermedio entre las neveras altas y la «casa del hielo» situada en el centro de Gandia, donde, hasta mediados del siglo XIX, se vendía una mercancía muy preciada en los meses de calor.

Así, en este edificio construido en el siglo XVII, precisamente cuando la Tierra registró aquella fría época denominada «pequeña edad de hielo» que permitió el comercio de la nieve, los operarios subían a los neveros en pleno invierno para prensar el elemento blanco y depositarlo en los depósitos, como el de Barx. Pero llegar a Gandia desde allí requería tanto tiempo que a veces no se podía suministrar la mercancía a quienes la pedían. De manera que, a los pies de la Cova de les Meravelles, a solo una hora y media de camino de la ciudad, se erigió esta especie de «despensa» de hielo para permitía cubrir la demanda sin riesgo de que se derritiera.

Ningún misterio, por lo tanto, pero eso no resta importancia al edificio que se está restaurando con una inversión de 115.000 euros. Incluso en la década de los 90 del siglo pasado la Generalitat intentó que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyera a decenas de elementos del comercio de la nieve en la lista del Patrimonio de la Humanidad, algo que no se logró pero que, en cierta medida, anima a su conservación y, como han hecho Barx y Gandia, a su restauración y puesta en valor.

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