Entre el 22 y el 23 de diciembre pasado, hace poco más de dos meses, la Safor registró un episodio de viento que llegó a superar los cien kilómetros por hora en la llanura y en los cascos urbanos, y hasta 148 en la cima del Mondúber. Aquel fue un fenómeno extraordinario, porque a partir de 120 kilómetros se consideran vientos huracanados.

Será por el cambio climático y las previsiones de que los fenómenos adversos van a ir a más, pero lo cierto es que ayer, otra vez, la comarca estuvo sometida a una situación de elevado riesgo, con numerosas incidencias, debido a otro vendaval extraordinario.

A consecuencia de la caída de árboles y muros, el Ayuntamiento de Gandia llegó a cerrar el acceso a las instalaciones deportivas y a la mayoría de los parques públicos. También se procedió a sanear o a cortar árboles y palmeras que se habían roto o que presentaban peligro, como las existentes en el tramo del paseo donde estaba el hospital comarcal.

Y los servicios de limpieza y urbanos recogieron decenas de contenedores que las fuertes ráfagas movían con una enorme facilidad. Hasta ciclomotores aparcados en las calles de Gandia resultaron afectados al ser tumbados por el viento. La mayoría de colegios confinó a los alumnos en recintos cerrados durante toda la mañana para evitar que algún elemento pudiese causar daños.

Según datos de las estaciones meteorológicas de aficionados, en la playa de la Goleta de Tavernes se midieron hasta 113 kilómetros por hora. Más de cien se registraron en todas las montañas de la comarca, y por encima de los 90 en la práctica totalidad del territorio restante.

A partir del mediodía la velocidad del viento fue reduciéndose de forma considerable, y para la jornada de hoy la Agencia Estatal de Meteorología ya no prevé que el fenómeno sea tan adverso.

En esta ocasión no hubo afecciones a las playas, porque al ser viento de poniente ni hay olas que golpean los paseos marítimos ni el mar sufre elevaciones de nivel.