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Las Fallas de Tavernes empiezan a desmontar las carpas y escenarios

El ayuntamiento ha suspendido todas las licencias y tienen hasta el martes para dejar las calles libres

Desmontaje de la carpa de la falla Cambro de Tavernes, ayer. levante-emv

Doce de marzo. Los casales falleros de Tavernes de la Valldigna están llenos. Es gente trabajando, retirando los vestigios de una fiesta que no fue, una imagen muy distinta de lo que debería ser en estas fechas, cuando los casales, tradicionalmente son un trasiego de falleros y falleras preparando la «plantà». Fuliminadas por el coronavirus, las fallas se aplazan, ya se verá hasta cuándo. Porque, por mucho que en València ya tengan una fecha fijada, en los pueblos no ven tan claro eso de trasladarlas a julio y menos, como en el caso de Tavernes, cuando se trata de localidades con playa. En las diferentes demarcaciones de Tavernes, el trabajo para desmontar las instalaciones que debía acoger a falleros y falleras durante los días de fiesta ha empezado.

El ayuntamiento revocaba el pasado miércoles todas las licencias de actividades y ocupación de la vía pública y daba como plazo máximo el próximo martes para poder despejar las calles. Los falleros y falleras han vuelto a demostrar que ni la adversidad les detiene y, probablemente más resignados que nunca, han empezado las labores que devolverán las calles a una normalidad que se adelanta una semana.

Porque las comisiones falleras están acostumbradas a desmontar, pero un 20 de marzo, con caras de cansancio, con anécdotas de lo vivido, hasta con ganas de que se acabe la fiesta para descansar unos días y volver a empezar con las fallas del año siguiente. Pero hoy todo es diferente. Es doce de marzo y ya empieza a no quedar nada de las fallas en las calles. Fallas que terminan antes de empezar. No habrá semana fallera porque el coronavirus ha infectado también la fiesta.

El fin de semana también será movido en los casales pero ganas de fiesta, en estos momentos, hay poca. Algunas comisiones de Tavernes han decidido incluso cerrar los casales, pese a que, en principio, no está prohibida la concentración en estos locales. Una semana fallera de silencio total en un municipio en el que la fiesta se vive con la máxima intensidad.

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